A favor d' una ètica heroica (Peter Sloterdijk).


Sloterdijk ha escrito más de treinta libros. Entre ellos tres obras capitales. La tercera es ésta, Has de cambiar tu vida,  publicada originalmente en 2009 (las otras dos: Crítica de la razón cínica, 1983; Esferas, 1998-2004). En ellas ha ido perfilando su postura. Más clara en esta, pues, que en las otras. Aunque plantea muchas cosas, este ensayo es algo así como la moral del autor, tema difícil que a un filósofo serio le cuesta afrontar. Hay mucha verba en eso. Aquí no. Todo puede resumirse en “apropiación de sí mismo y abandono del mundo”. Plantea claramente la moral como antropotecnia: técnica de autoconstrucción del ser humano en un ejercicio constante de superación. Voluntad de elevación, de altura, impulso hacia arriba, ejercicio de olvido del mundo acostumbrado abajo, al estilo de las viejísimas ascesis religiosas. Pero sin religión alguna, que no existe (lo que llamamos “religiones" son “sistemas de ejercicio”, formas de ascesis, solo podrán sobrevivir como “thos universales”, por su eficacia antropotécnica, digamos). Lo que existe o ha de existir es una vida en ejercicio. ¿Ejercicio? En inmunizarse. ¿Frente a qué? El ser humano necesita seguridades también en lo simbólico: inmunizarse frente a lo abierto, futuro, muerte, inconmensurable, etcétera, vacunarse contra la mediocridad, adocenamiento, etcétera. En este sentido, el libro desarrolla la propuesta de construir una teoría general de la cultura sobre la base de una inmunología general. La meta es construir un sistema global de inmunidad que nos abra a una perspectiva común de supervivencia: eco-management global o co-inmunismo (guiño irónico al comunismo). Y para ello crear buenas costumbres de supervivencia en común.

La filosofía es teoría del presente, la pasión del ser-en-el-mundo o pasión por ser o estar en el mundo. La lógica de lo real más que la de la academia (la filosofía hace tiempo que ya no se hace en ésta). Reconoce la Tierra como lo propio de todos. Percibe cómo los seres humanos sienten que el modus vivendi actual no tiene futuro. Que la situación del mundo trasmite este mensaje: “Tienes que cambiar de vida”. El imperativo categórico absoluto. Cambiar de vida comporta una nueva definición de la existencia y del ser humano, desautomatizar el campo entero del pensar, sentir y obrar, toda una revolución de conciencia: todo tiene que pasar el filtro de la atención, de una vida en alerta y ejercicio. Para ello Sloterdijk rastrea el mundo e inserta las cuestiones actuales en una larga historia de más de dos mil años, a la que toman una luz desacostumbrada. Historia de la diferenciación ética, retirada del mundo y congéneres de mundo, historia de no entendimiento con lo que es el caso. Modélica en las viejas ascesis del hinduismo, budismo, filosofía, cristianismo, en los “espacios de retirada de los dedicados a ejercitarse”.

Dura ascesis de altura y distancia… basada en una estética sutil. No es opresora la experiencia de Rilke ante el torso de Apolo que le conmina a cambiar de vida. En ese apremio resuenan los eternos derechos de la experiencia estética como encuentro con una forma de autoridad no esclavizante. El poema de Rilke, 1906, contiene lo común de todas las religiones, reglas de órdenes religiosas, programas de sectas, de cualquier plan de entrenamiento, dietologías incluso. Una forma de autoridad suave pero fuertemente asumida por uno mismo. Eres tú en realidad quien te conmina: tu nivel de sensibilidad ante las cosas, tu vergüenza ante Apolo. Eso es autoridad moral. Así es el refinado mensaje de este libro, que se dirige a quienes están hartos de no escuchar sino propaganda conservadora de valores o antiguallas románticas de izquierdas. Con ejercicio lo maravilloso es posible (como es posible en el deporte de élite). Toda ética superior fluye del eros de lo imposible, dicho de otro modo. Hay que reintegrar lo sublime en la ética. Quien se compromete con la ética de la autoexigencia absoluta no necesita otro pretexto, tampoco el de la religión.

Ética heroica. Sloterdijk lleva tiempo reivindicando virtudes fuertes, escandalosas solo en tiempos débiles, frente a “la inquisición contra el yo”. Cuidado de sí estoico, egoísmo nietzscheano. La ira, impulso decisivo de la historia de occidente: la de Aquiles, la de Dios, del pueblo, republicana, rebelión ante lo opresor, desfigurado, decadente. Una responsabilidad individual corajosa ante la humanidad y uno mismo… Virtudes, entre otras, que hacen que se comprenda perfectamente, por ejemplo, la en apariencia loca propuesta de pagar impuestos voluntarios que hizo hace dos años para escándalo general, especial de habermasianos. Y que seguro sería uno de los frutos de esta ética. El coraje ciudadano distanciaría de la banalidad diaria. Se necesita distancia al mundo para estar en él de veras. Lo contrario de falta de compromiso. Ya en Eurotaoísmo (1989), Sloterdijk reclamaba una “segunda pasividad”: no fatalidad ante el destino sino disposición a reconocer tras las ufanas apologías del progreso, de la “razón cinética”, la insuperable fragilidad de la condición humana… Paradójicamente esa consciencia hace fuerte y une. No corsés religiosos o académicos. Moral y filosofía, juntas, repuestas de sus enfermedades yatrógenas.

Isidoro Reguera, La moral de Sloterdijk, Babelia. El País, 19/05/2012

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