A favor d' una ètica heroica (Peter Sloterdijk).
La filosofía es teoría del presente, la pasión del
ser-en-el-mundo o pasión por ser o estar en el mundo. La lógica de lo real más
que la de la academia (la filosofía hace tiempo que ya no se hace en ésta).
Reconoce la Tierra como lo propio de todos. Percibe cómo los seres humanos
sienten que el modus vivendi actual no tiene futuro. Que la situación del mundo
trasmite este mensaje: “Tienes que cambiar de vida”. El imperativo categórico
absoluto. Cambiar de vida comporta una nueva definición de la existencia y del
ser humano, desautomatizar el campo entero del pensar, sentir y obrar, toda una
revolución de conciencia: todo tiene que pasar el filtro de la atención, de una
vida en alerta y ejercicio. Para ello Sloterdijk
rastrea el mundo e inserta las cuestiones actuales en una larga historia de más
de dos mil años, a la que toman una luz desacostumbrada. Historia de la
diferenciación ética, retirada del mundo y congéneres de mundo, historia de no
entendimiento con lo que es el caso. Modélica en las viejas ascesis del
hinduismo, budismo, filosofía, cristianismo, en los “espacios de retirada de
los dedicados a ejercitarse”.
Dura ascesis de altura y distancia… basada en una
estética sutil. No es opresora la experiencia de Rilke ante el torso de Apolo que le conmina a cambiar de vida. En
ese apremio resuenan los eternos derechos de la experiencia estética como
encuentro con una forma de autoridad no esclavizante. El poema de Rilke, 1906, contiene lo común de todas
las religiones, reglas de órdenes religiosas, programas de sectas, de cualquier
plan de entrenamiento, dietologías incluso. Una forma de autoridad suave pero
fuertemente asumida por uno mismo. Eres tú en realidad quien te conmina: tu
nivel de sensibilidad ante las cosas, tu vergüenza ante Apolo. Eso es autoridad moral.
Así es el refinado mensaje de este libro, que se dirige a quienes están hartos
de no escuchar sino propaganda conservadora de valores o antiguallas románticas
de izquierdas. Con ejercicio lo maravilloso es posible (como es posible en el
deporte de élite). Toda ética superior fluye del eros de lo imposible, dicho de
otro modo. Hay que reintegrar lo sublime en la ética. Quien se compromete con
la ética de la autoexigencia absoluta no necesita otro pretexto, tampoco el de
la religión.
Ética heroica. Sloterdijk lleva tiempo reivindicando virtudes fuertes,
escandalosas solo en tiempos débiles, frente a “la inquisición contra el yo”.
Cuidado de sí estoico, egoísmo nietzscheano. La ira, impulso decisivo de la
historia de occidente: la de Aquiles, la de Dios, del pueblo, republicana,
rebelión ante lo opresor, desfigurado, decadente. Una responsabilidad
individual corajosa ante la humanidad y uno mismo… Virtudes, entre otras, que
hacen que se comprenda perfectamente, por ejemplo, la en apariencia loca
propuesta de pagar impuestos voluntarios que hizo hace dos años para escándalo
general, especial de habermasianos. Y que seguro sería uno de los frutos de
esta ética. El coraje ciudadano distanciaría de la banalidad diaria. Se
necesita distancia al mundo para estar en él de veras. Lo contrario de falta de
compromiso. Ya en Eurotaoísmo (1989), Sloterdijk reclamaba
una “segunda pasividad”: no fatalidad ante el destino sino disposición a
reconocer tras las ufanas apologías del progreso, de la “razón cinética”, la
insuperable fragilidad de la condición humana… Paradójicamente esa consciencia
hace fuerte y une. No corsés religiosos o académicos. Moral y
filosofía, juntas, repuestas de sus enfermedades yatrógenas.
Isidoro Reguera, La moral de Sloterdijk, Babelia. El País, 19/05/2012
Isidoro Reguera, La moral de Sloterdijk, Babelia. El País, 19/05/2012
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