Bellesa i utilitat compatibles.
Un utilitarismo feo y ramplón es un gran fastidio. Pero casi peor me parece
esa belleza supernumeraria que se hace demasiado consciente de sí misma y,
sustituyendo la utilidad social por el interés de cortas miras, trata de
rentabilizar para su propio beneficio el deseo o el agrado que suscita en los
demás. En § 45 de su Crítica del juicio relata Kant la conocida
anécdota del alegre hostelero. Para contentar a los huéspedes que se alojan en
su casa, esconde en el bosque a un “compadre burlón” que, sirviéndose de una
caña, sabe imitar el hermoso canto del ruiseñor. Los mismos que gozaban de esos
trinos con embeleso se sienten frustrados cuando el engaño se descubre. ¿Por
qué, si la música es la misma? Porque al principio el huésped cree ser testigo
privilegiado del júbilo de una naturaleza sorprendida en su felicidad mañanera,
mientras que el placer huye de él tan pronto conoce que esa felicidad aparente
es sólo un simulacro y la supuesta sorpresa no otra cosa que un bien calculado
interés.
Javier Gomá Lanzón, Belleza sorprendida, Babelia. El País, 05/05/2012
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/02/actualidad/1335954398_315703.html
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