El regne d'Espanya, una democràcia defectuosa?
Estos días se habla mucho de la posibilidad
de una intervención exterior para rescatar el maltrecho sector
financiero español. Hemos visto a Grecia y Portugal someter sus
finanzas públicas a una Troika compuesta por el FMI,
el BCE y la Comisión Europea. También hemos visto al gobierno pedir a dos
auditores independientes que examinen el estado de nuestros bancos. ¿Y
si pidiéramos, ya puestos, una auditoría democrática independiente a cargo de
expertos internacionales? La evidencia de que nuestro estado de derecho
no sólo está maltrecho sino que se niega a reconocer sus problemas de
transparencia es abrumadora.
Esto viene al caso del archivo por parte de la fiscalía de la querella presentada con el
Presidente del Consejo General del Poder Judicial, que ha vuelto a poner
sobre la mesa la cuestión del mal funcionamiento de la justicia en
España y la falta de transparencia y control que rodea
a esta institución. Se trata de un problema que, como muestra la tabla que abre
esta entrada, se arrastra desde lejos (la tabla corresponde al estudio 2630 del CIS realizado en diciembre de 2005) pero
que seguramente se ha agravado con la actual crisis ya que esta ha puesto de
manifiesto con singular crudeza no sólo la corrupción pública y privada sino la
existencia de esferas deimpunidad y trato diferenciado según
las personas y las instituciones.
Como se puede observar, ya entonces
un 56% de los españoles desconfiaban de la Administración y un 47% del
Consejo General del Poder Judicial. Más grave aún sería la percepción
generalizada (84%) de que la justicia no es igual para todos y de que los jueces
no son independientes (50%). La pregunta 14 de la encuesta (acceso aquí) es sencillamente demoledora pues los españoles
están fundamentalemnte de acuerdo en que:
- Las decisiones de la justicia son tan lentas que es mejor no pleitear (80%)
- Los pleitos son tan caros que no compensa ir a juicio (69%)
- El resultado de las sentencias depende del juez que te toque (70%).
Lo más interesante es que, como demuestran Ferrán
Martínez e Ismael Sanz en un artículo publicado en la Revista Española de
Ciencia Política en octubre de 2009 (¿Qué determina las opiniones sobre la justicia?), las
valoraciones ciudadanas sobre la justicia no están relacionadas con la
ideología, es decir que no son de izquierdas ni de derechas sino que
están determinadas por la percepción ciudadana del mal funcionamiento del
sistema.
El Ministro de Justicia, Alberto Ruiz
Gallardón, se ha felicitado porque el "estado de derecho ha salido reforzado". Sin embargo, los argumentos del teniente fiscal en relación al juez Dívar,
dando por hecho que es competencia del Presidente del Consejo decidir sobre la
justificación, pertinencia, duración o carácter público o privado de sus viajes
apuntan exactamente en la dirección contraria: a la existencia en el
seno del poder judicial de una esfera de poder autónomo, irrestricto e
incontrolable impropia de un régimen democrático.
Medir la calidad de la democracia es un
asunto espinoso. En el quinto informe sobre la democracia en España realizado por la Fundación
Alternativas, la democracia española obtuvo un nota de 5.8, señalándose con
especial énfasis las carencias en materia de rendición de cuentas y la
transparencia en el funcionamiento de las administraciones públicas.
Sin embargo, el informe de la Fundación
Alternativas no nos dice nada sobre cómo se sitúa España respecto a otros
países. Para ello tenemos que echar mano de algunos estudios
como este realizado para la Comisión Europea que me ha hecho llegar el
Profesor Víctor Lapuente, de la Universidad de Gotemburgo, donde se ve que
España se sitúa a la cola de la UE-15 en cuanto a calidad de gobierno,
aunque por delante de Italia, Portugal y Grecia ("Measuring the quality of government and subnational
variation").
Pensemos ahora en los eventuales auditores.
Viendo el "Índice de la democracia" de The Economist, resulta que sólo
tres países en el mundo tienen una nota superior a 9.5 en cuanto a la calidad de
su democracia. Son Noruega, Islandia y Dinamarca, seguidos de
Suecia.
España ocupa la posición 24 en este ránking, justo el último país de la lista antes de comenzar la lista de países definidos como "democracias defectuosas". Quizá podríamos pedir a una troika escandinava que se pasara por aquí y auditara nuestra democracia. ¿Qué opinan ustedes?
José Ignacio Torreblanca, Se buscan auditores internacionales para nuestra democracia, Café Steiner, 23/05/2012
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