Fortaleces i debilitats del 15-M.


Los más fieles al espíritu de la Puerta del Sol, icono para decenas de plazas en toda España, aguantan el chaparrón desde aquel último momento de euforia social colectiva del 15 de octubre de 2011 [9] en el que miles de ciudades de todo el mundo acogieron una gran manifestación global contra la crisis y la estafa. Desde entonces, los que empujaron a sus amigos a la calle, los que hacían de nodos humanos de acción y esperanza, han aguantado un invierno de preguntas con cara de decepción: "¿Dónde está el 15M? ¿Ha muerto?". Responden que no. Que el 15-M -sea un diagnóstico, o una metodología, o un estado de ánimo, o una energía, o un resorte- sigue vivo.

Pero hay una sensación extendida que es inevitable: esta semana, y especialmente entre los días 12 y 15 de mayo, el movimiento se enfrenta a su madurez o declive. Esos días, que ya llaman #12M15M, tendrán que satisfacer las expectativas de miles de personas que se agarran a su innovadora esperanza para resistir a la desolación definitiva. Es una responsabilidad de esas que produce vértigo. 

"La indefinición es una de las debilidades del movimiento"
Sí, pero también una fortaleza. El movimiento 15-M ha basado su fuerza en la metodología inclusiva. Algunos de los grupos más activos desde su inicio en la Puerta del Sol procedían de movimientos sociales y centros culturales autogestionados, acostumbrados a un lenguaje específico de lucha y acción. La capacidad de visión de esas personas fue clave para lo que luego fue un movimiento masivo: identificaron una oportunidad de conquistar, de enamorar, a miles de personas y no de convencerlas o adoctrinarlas; identificaron la fuerza de estar unidos, más que de estar de acuerdo. Dejaron a un lado los maximalismos y optaron por una narrativa inclusiva, creativa, a veces naíf, pero irrefutablemente atractiva. Funcionó.

Aquella estrategia de mínimos era también un escudo defensivo. Ni de izquierdas ni de derechas, ni votantes ni no votantes, ni pedimos A ni pedimos B. El 15-M era imposible de atacar porque no tenía flancos. Solo tomaba decisiones por unanimidad, así que había grupos enfrentados pero no escisiones. Era una inmensa masa pacífica formada por nodos de inteligencia colectiva, que no quería avanzar sino sembrar semillas.

Pero aquella indefinición también ha tenido su envés. Un cierto fetichismo con las asambleas hizo pensar a muchos que el 15-M tenía que ser, o no, asambleario. Que el 15-M iba a resucitar los movimientos vecinales de los 70 [10], pasando de tener su fuerza inicial en Internet para finalmente recuperar la calle. Se ha intentado: perdieron fuerza las asambleas generales y aparecieron cientos de reuniones semanales en barrios y pueblos, más o menos numerosas, más o menos constantes.

Para algunos, esa reconciliación con la asamblea ha sido un golpe de calor social, un instrumento casi terapéutico para una sociedad rota, una red de apoyo, una construcción silenciosa. Pero para otros muchos de los que han participado es un sistema que no funciona; el exceso de burocratización y de asambleas cada vez más independientes entre sí ha desinflado la fuerza, la influencia que una vez tuvo el movimiento. 

Por otro lado, las asambleas temáticas (las de economía, política, sanidad...) han seguido reuniéndose durante estos meses. Sin embargo, en esos grupos se ha avanzado ideológicamente a lugares hasta donde probablemente mucha gente que llenó las plazas hace un año no les habría acompañado. Las comisiones se fueron haciendo cada vez más complejas y excluyentes y, por tanto, menos representativas.

Otra cosa son las comisiones-herramienta: comunicación, difusión en red, internacional, legal... o aquellas que se forman específicamente para eventos como el próximo 12-M. A ellas se debe el éxito de convocatorias como la del 15 de octubre o que los incidentes con los alumnos del IES Lluís Vives de Valencia, se transformara en un asunto de indignación nacional. Han intentado ser el pegamento del universo en indignado, constantemente en expansión.

Lejos de la visión de un 15-M como institución -ya sea a través de asambleas o asociaciones- o con fines ideológicos, hay otra forma de entender el movimiento: aquella que lo define como un diagnóstico, un estado de ánimo, una inspiración para otras iniciativas concretas, que no quieren capitalizar su nombre pero sí convivir en su comunidad. Hay muchos ejemplos: el documental 15m.cc; la iniciativa editorial bookcamping.cc; la iniciativa audiovisual Tomalatele; la radio Ágora Sol Radio; el periódico Madrid15M; o eventos que recurrentemente se organizan al calor de la indignación. En esos proyectos colectivos, donde no se construyen idearios sino marcos de trabajo, acción y pensamiento aplicado, ha florecido mucho de lo que la acampada de Sol cultivó.

"Los defensores de las acciones violentas ganan terreno"
Ya se verá. La movilización de mayo de 2011 fue inclusiva, masiva, creativa, empática, tolerante y no violenta. Lo fue en parte porque consiguió integrar a capas de la sociedad que nunca habían participado en protestas o hacía décadas que no lo hacían. Porque “dormíamos y despertamos”. Y porque, de nuevo, los movimientos sociales más apegados al conflicto y a narrativas más agresivas decidieron ceder parte de su espacio y sus formas para el bien común [11], aportando por otro lado aquello que podía hacer al movimiento más fuerte y no más contundente.

Pero ha pasado un año. Los que descubrieron su activismo latente en Sol ya llevan meses participando y padeciendo la crisis desde una perspectiva crítica, intensa y proactiva. Con muchas frustraciones de por medio. Puede que hayan perdido parte de aquella inocencia, para bien y para mal. Han descubierto que la Policía.... Han descubierto que la Justicia.... Han descubierto que los medios... Han descubierto que lo que vivieron en la acampada...

Al final del camino de esa pérdida de inocencia les esperan desde hace mucho dos tipos de activistas: los que a pesar de tener una consciencia desarrollada siguen confiando en el tono inclusivo y el "vamos despacio porque vamos lejos, porque vamos juntos", por un lado; y los que están deseando devolver el golpe al sistema, por otro. En no pocas conversaciones en los entornos menos agresivos del 15-M sale a menudo la posibilidad de llevar a cabo alguna acción más contundente ante el acorralamiento social y la impasibilidad con el que se produce.

En esa bifurcación se decide buena parte del éxito del 12M-15M. Sobre todo porque la actitud de la Policía tampoco será la misma que en 2011. La nueva filosofía es tratar al acampado y al manifestante como persona non grata para la sociedad y que, por tanto, debe ser neutralizada por cualquier medio, aunque eso suponga empeorar la situación. Aunque la reforma del Código Penal -donde, según el ministro de Interior, se equipararán las actitudes pasivas con las actitudes agresivas [12], y las actitudes agresivas con la "kale borroka" [13]- no vaya a entrar en vigor hasta 2013, el mensaje de tolerancia cero ha quedado claro.

"Es un moviento global"
Todavía no. Décadas después por fin queda demostrado que llamar "antiglobalización" a aquellos movimientos críticos con el sistema fue un error. Porque la solución al gran problema será global o no será.
Hablar de un "movimiento global" es más una intención que una realidad, pero el carácter internacional del 15-M existe desde sus primeras semanas vida. A lo largo de los meses se han tejido redes desde diferentes ciudades, una malla muy débil e intermitente pero que fue capaz de organizar manifestaciones simultáneas en decenas de ciudades del mundo el 15 de octubre de 2011, por ejemplo.

Internet, claro, es la herramienta que permite que existan agendas comunes que se redactan de forma colaborativa; vídeos traducidos a varios idiomas; expertos informáticos que comparten programas y trabajo. Miles de documentos online con propuestas y argumentarios.

Las movilizaciones de Occupy Wall Street y las del 15-M español son las dos referencias más importantes de cara a este mayo global. Pero para los integrantes del movimiento en Estados Unidos, la fecha del 15 de mayo es menor. Es una espinita que tiene clavada el 15-M con sus compañeros estadounidenses: la falta de reconocimiento explícito de la influencia y la referencia que para ellos supuso lo ocurrido en mayo en Madrid por parte del movimiento en EE UU, nacido en septiembre durante una acampada ante la bolsa de Nueva York.

Para consolidar esos lazos, hay personas que han cambiado varias veces de país durante este año para vivir su revolución desde diferentes partes del mundo: Berlín, Nueva York, Tel Aviv, Londres, París... En parte, han hecho del 15-M su estilo de vida.

"El 15-M no cambiará nada"
Quizá ya lo ha hecho. ¿Cómo puede un movimiento decir que ha tenido éxito cuando el mundo, y el país, van en la dirección contraria a la que ellos propugnan? Es la gran paradoja del 15-M. Y la explicación de esa paradoja no es apta para todos los públicos, no para aquellos que viven la vida desde la política en lugar de la política desde la vida.

Quiero decir que el auténtico cambio provocado por el 15-M es un cambio de mentalidades, de actitud, de tono social. "Estar indignado", aunque sea otro fetichismo mediático, es una actitud que está ayudando a la sociedad a canalizar su rabia, su ira, su frustración. Y ese crujir ya ha dado paso a nuevos nodos sociales, proyectos culturales y hasta empresas que probablemente protagonicen esa transición social inevitable que está por llegar.

La escritora Silvia Nanclares, integrante de uno de esos colectivos, bookcamping.cc [14], cree que la clave del éxito del 15-M es "hacer comprender que la crisis/estafa no va a terminar, no es algo transitorio", que "el Estado del Bienestar no va a volver". Así que "no se trata de aguantar la respiración sino de cambiar el esquema mental y emocional". Y apunta un peligro: "me da miedo que el 15-M sufra una paisemanalización" (en referencia a la revista El País Semanal) "o una anabelenización" (por la cantante Ana Belén) "de sus iconos pensantes" y que el movimiento "pueda quedar en un mero recambio de élites".

Esas referencias, algo crípticas, son básicas para entender otra de las corrientes de fondo que definen el éxito del 15-M y la fractura social en España. La cultura política de la Transición ha muerto. Los conceptos políticos, los miedos que nos acechaban, los bienes sociales protegidos, los iconos culturales y mediáticos del cambio que quedaron fijados en los 70 y 80 se han debilitado hasta ser una caricatura. El 15-M ha sido, también, un espejo que ha puesto en crisis la identidad misma de los que creían representar la justicia social.

Juan Luis Sánchez, El vétigo del 15-M, fp-es, 07/05/2012

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  • Las coordenadas internacionales del 15-M. [15] Manuel Manrique
  • La depresión española. [16] José Antonio Gómez Yáñez


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