Política contra política.
Beppe Grillo |
En este sentido, la explicación más plausible desde la lógica dominante en
los analistas políticos que siguen pensando que esto es solo una crisis es
considerar que los votantes castigan siempre a los que están en el poder, sean
estos del color que sea. Así han perdido el poder los socialdemócratas primero,
y ahora empezaría a ser el turno de los conservadores y liberales. En esa línea
de interpretación, no habría motivos de preocupación. Turnismo y recambio sí,
pero dentro del espacio central de la política convencional. Incluso el caso de
Grecia, con el reforzamiento de opciones de izquierda transformadora (que en
absoluto puede calificarse de radical) o de los neofascistas (que de
neo tienen poco), entrarían en un esquema previsible en momentos en que
las opciones convencionales no brindan salida. Pero, en el marco de ese
diagnóstico, hay cosas que no cuadran.
En Italia, el movimiento que encabeza el cómico Beppe Grillo ha obtenido
importantes resultados desde bases ideológicas que, básicamente, podríamos
calificar de antipolíticas. El problema es que para hacerlo ha tenido que
presentarse a las elecciones, realizar mítines, recoger fondos y confeccionar
listas y, al final, está haciendo política contra la política.
En Alemania, como antes en Suecia, el nuevo Partido Pirata ha obtenido
resultados remarcables en las elecciones celebradas en diversos länder.
Pero, en este caso, lo que caracteriza especialmente al Partido Pirata no es la
antipolítica, sino la voluntad de hacer otra política. En una especie
de nueva izquierda posconvencional, mezclan conceptos libertarios con denuncias
sobre los intentos de controlar la red o de usarla con fines represivos y con
claras alusiones a formas de democracia directa que permitan hacer un
reset del sistema democrático. Uno de sus eslóganes más conocidos
insiste en que “están disponibles nuevas actualizaciones para este sistema”. Lo
más significativo es que insistan en que las respuestas a los problemas y a los
dilemas actuales las tienen más los propios electores que sus representantes. Su
lógica es la del crowdsourcing, la de la política Wiki, y no
la del aparato partidista clásico que pide el voto diciendo que se sabe todas
las preguntas y todas las respuestas.
No creo que volvamos a una manera precrisis de hacer la política. Las cosas,
tampoco en este campo, volverán a ser como antes. Hace más de 200 años que
utilizamos como distinción básica del conflicto político la divisoria
izquierda-derecha. La han dado muchas veces por muerta, pero sigue siendo útil
ya que condensa, con los equívocos que queramos, dilemas vitales centrales. Pero
es evidente que, en los nuevos escenarios, las contradicciones internas en cada
campo aumentan. Hay quien apunta que cada vez más nos agruparemos en torno al
binomio precaucionarios frente a proactivos, siendo
los primeros los que ponen en primer lugar la conservación de lo que tenemos,
aun a costa de reducir cotas superfluas de bienestar, mientras los segundos
apuntarían a aprovechar todas las oportunidades posibles, afrontando sin temor
las consecuencias. Unos mirarían la tierra; los otros, el cielo. Tengo muchas
dudas sobre la utilidad de esa distinción. Pero de lo que si estoy seguro es que
no nos basta con la antipolítica. Necesitamos otra política.
Joan Subirats, De la antipolítica a otra política, El País, 20/05/2012
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