Voltaire a Anglaterra.



Al hablar de Emilie du Châtelet evocaba su resistencia ante las normas y costumbres  que sobre todo en el caso de la mujer hacían imposible la expansión tanto de la potencialidad amatoria como de la potencialidad de pensamiento. No es de extrañar que Voltaire se entusiasmara con quien mostraba tal actitud dada lo que proclamaba respecto a su propio nacimiento: ni la fecha  (21 de noviembre de 1694) ni el lugar (París) oficiales  coincidían a su juicio con  la fecha   (20 de febrero de 1694) y lugar (Chatenay- Malabry) reales. La razón estribaría en que su madre, casada con un burgués  sin cualidades, se había conferido la libertad  de frecuentar en todos los sentidos a un hombre que destacaba por su ingenio, modales  y apertura de pensamiento, Guérin de Roqubrune, que Voltaire  admiraba y consideraba su padre biológico.
Se ha escrito de todo sobre este asunto, en ocasiones a fin de sostener que el filósofo era en realidad un ser acomplejado lo que le habría conducido a una auténtica obsesión no ya por atribuirse una inexistente filiación, sino también por rodearse de miembros de la sociedad distinguida. No tengo criterio alguno que me permita posicionarme en estos asuntos y de hecho las razones por las que en estas notas traigo a colación a Voltaire van por otro lado.
Voltaire conoció la cárcel en más de una ocasión. La primera vez en 1717 víctima de un chivato al que había confiado ser el autor de una sátira contra el Regente, permanece allí once meses. Volverá  a La Bastille un tiempo más tarde y ello en razón de una circunstancia que se halla vinculada  a lo arriba evocado sobre su origen familiar.
Voltaire es en realidad un pseudónimo inventado por el pensador, siendo su nombre oficial  François-Marie Arouet.  Guy Auguste de Rohan  un joven perteneciente a la aristocracia más elevada, y que al parecer estaría celoso tanto por la celebridad de Voltaire como por sus éxitos ante la gran actriz trágica  Adrienne  Lecouvreur,  le interpela públicamente, preguntando si Arouet y no Voltaire es su nombre verdadero. Hay de hecho diferentes versiones sobre el incidente que en todo caso marcaría la vida del pensador. Como para el trasfondo poco cambia, retengo aquí la que sitúa los hechos en casa de un "amigo", el Duc de Sully (que de hecho se negó a protegerle contra la persecución que acarreó  el incidente). "¿Quiénes este joven que osa hablarme con tono elevado?" pregunta: "Se trata, de alguien que no es portador de un gran nombre pero que responde con honor al mismo"
Guy Auguste de Rohan  se vengaría sórdidamente haciendo que sus lacayos golpeen a bastonazos al filósofo mientras el aristócrata contempla la escena desde su carroza. Como decía, lo único que está documentado son las consecuencias. El conflicto acabó con Voltaire abandonado y en la cárcel, en razón en parte de una cabezonería del pensador: tras la paliza recibida exige explicaciones en el campo de honor. Lo que no hubiera podido ser rechazado tratándose de un inter-par lo es dada la diferencia social. Se presenta su insistencia como inmoral tentativa de buscar la justicia por su mano...  Enterado el prefecto  de que Voltaire está buscando armas con las que medirse, un informe policíaco dirigido al ministro considera el hecho mismo como una tentativa de  ofender a Rohan ("médite d'insulter incessamment et avec éclat M. le chevalier de Rohan"). Voltaire es detenido. Hay diferentes versiones sobre  cuánto tiempo duró esta segunda estancia en la Bastilla. En cualquier caso, se le ofrece como alternativa el exilio.  Voltaire accede, proponiendo dirigirse a Inglaterra, no sin incluir en su carta de aceptación estas frases: "golpeado por  seis esbirros tras los que Rohan se apostaba he intentado desde entonces reponer,  no mi honor, sino el suyo, lo cual es harto difícil". El filósofo embarca en el puerto de Calais en mayo de 1726.
La estancia de dos años  en Inglaterra marca radicalmente el destino de Voltaire. El pensador tiene entonces 32 años, allí escribe una gran parte de las Cartas filosóficas  que ocho años más tarde tendrán enorme repercusión en Francia y por las cuales será de nuevo perseguido.
Un azar afortunado es que durante su estancia se celebran obsequias solemnes en honor de Newton en la Abadía de Westminster. El lector de estas columnas recordará los míseros artilugios con los que se evitó que los restos de Descartes recibieran honores en su país. Voltaire, al igual que Emilie du Châtelet, es profundamente crítico con parte de la obra de su gran predecesor francés. Sin embargo se lamenta de la diferencia de trato que Newton y Descartes reciben y reprocha a los responsables del retraso cultural y social de su patria el que no fueran capaces de ofrecer al autor del Discurso del Método un lugar en la basílica de Saint Denis. Y más tarde Voltaire ampliará su denuncia  a otras personas injustamente tratadas, en virtud sobre todo de la intolerancia eclesiástica:
Como hemos visto, Voltaire fue amado por Emilie du Châtelet, pero, al menos,  también por otra mujer admirable, la evocada Adrienne Lecouvreur,  intérprete de Racine,  que se involucró en sus proyectos literarios. La gran actriz  trágica estaba llamada a ser la Yocasta en el Edipo del filósofo, pero la muerte interrumpió el proyecto. Perseguida como Emilie por la envidia y la maledicencia, lo fue también por la iglesia, que (en razón simplemente de su condición de actriz) la excomulgó. Voltaire mostró su repugnancia  en estos versos: Et dans un champ prophane on jette à l'aventure/  De ce corps si chéri  les restes immortels ! / Dieux ! Pourquoi mon pays n' est-il pas la patrie/ Et de la gloire et des talents ? (Y en terreno profano se arrojan al azar/ De este cuerpo tan amado los restos inmortales/ ¡Dioses! ¿Por qué mi país no es la patria/ A la vez de la gloria y del talento de la gloria ni del talento?)
Último apunte: en Inglaterra Voltaire no sólo brilla intelectualmente sino que modestamente aprende, aprende concretamente disciplinas en las que en absoluto era experto, entre ellas las Matemáticas necesarias para adentrarse en la filosofía natural newtoniana, ese cálculo infinitesimal cuya paternidad  Newton comparte con... Leibnitz, el mismo pensador  a quien  se dirigen acerbos reproches (Philosophes trompés qui criez : « Tout est bien » ) en razón de su optimismo ontológico,  que sonaría a mofa en los oídos de las víctimas del terremoto de Lisboa.
Hay, como indicaba,  acuerdo para decir que la estancia de Voltaire en Inglaterra marcó tanto sus posicionamientos en materia de sociedad y educación como sus intereses teoréticos. Sin la firme voluntad de Voltaire de pedir explicaciones a Guy Auguste de Rohan  por su ofensa,  y sin las cobardes excusas  del aristócrata, Voltaire no se hubiera visto confrontado a elegir entre la prisión y el exilio, no hubiera tenido la ocasión de frecuentar los círculos newtonianos, adentrarse en la filosofía natural del británico, proyectar un libro sobre la misma... compartir la reflexión con Emilie du Châtelet: "Dix ans à nous aimer et à philosopher".

Víctor Gómez Pin, Los exilios de Voltaire, El Boomern(g) 15/12/2015

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