La doble crítica de la filosofia a la religió (Pierre Hadot).


Desde sus orígenes, la filosofía se desarrolló como una crítica de la religión: crítica destructiva, por ejemplo la de Jenófanes, que decía que los hombres hicieron a los dioses a su imagen; o crítica purificadora, como las de Platón, Aristóteles, los estoicos, los epicúreos y finalmente los neoplatónicos. Crítica purificadora en el sentido de que la filosofía tiende finalmente a transformar la religión en filosofía, sea desarrollando una teología (pero una teología puramente racional); sea utilizando la alegoría para pensar de una manera filosófica las diferentes divinidades, como hicieron los estoicos, para quienes Zeus era el fuego, Hera el aire, etc., como también hicieron los neoplatónicos, que identificaron a los dioses del paganismo con entidades platónicas; o sea incluso como los hicieron los epicúreos, que se representaban a los dioses como sabios. De una manera general, la filosofía siempre ha tendido a racionalizar los mitos religiosos vaciándolos de su contenido mítico y dándoles un contenido filosófico. (69)

Uno de los aspectos de la crítica purificadora de los filósofos consistió en efecto en denunciar la vanidad de la oración de demanda y en subrayar lo ridículo que resulta (ya que las invocaciones más contradictorias se elevan hacia los dioses) al pedir los hombres al mismo tiempo la lluvia y el buen tiempo, su victoria y la derrota del adversario.

Pero, a este tema, hay que añadir dos matices. Por una parte, el filósofo, griego o latino, bien puede dirigirse a Dios o a los dioses sin que se trate de una oración “religiosa” que intente “doblegar” a Dios; sino que, por el contrario, como dice Epicteto, se trata de un himno de alabanza, siendo una de las tareas del filósofo estoico la de alabar a dios, es decir, para él, la Razón universal. Es un ejercicio espiritual de contemplación.

Por otra parte hay que considerar que, entre los estoicos y en la tradición platónica, la religión tiene un lugar preciso en la filosofía. Se sitúa exactamente en la teoría de los “deberes”. Los deberes para con los dioses, como se quiere ver en el Manual de Epicteto, implican a la vez que se acepte, desde el punto de vista filosófico, su voluntad sin buscar doblegarlos, pero también que, como ciudadano que practica la religión de la ciudad, se realicen las libaciones y los sacrificios según la costumbre de los antepasados. Purificación de la noción de Dios y conformismo social coexisten así. (71-72)

En la Edad Media todo cambia, porque la filosofía no es más que una sirvienta de la religión, pero desde que la filosofía se emancipa de la teología, se vuelve una crítica, o purificadora o destructora. En todos los filósofos, tanto en Spinoza como en Kant por ejemplo, hay siempre una tendencia de la filosofía a purificar la idea de Dios y a liberarla de las representaciones propiamente religiosas. Lo que hemos llamado religión natural no es más, me parece, que una filosofía teísta, le falta lo esencial de la religión: los ritos. Reconozco, de hecho, que defendiendo así la religión, contradigo un uso bastante general, que consiste en emplear la palabra religión cuando se hable de Dios o de trascendencia o de misterio. (…) Einstein habló de religiosidad científica o de religión cósmica a propósito de su propia posición, que presenta así: “Experimento la emoción más fuerte ante el misterio de la vida”, rechazando a un Dios que recompensa o que castiga. (72-73)


Investigador, docente, filósofo

Pierre Hadot, La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I. Davidson, Alpha Decay, Barna 2009

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