La tekhne i la parrhesía (Michel Foucault).
El médico, el músico, el zapatero, el carpintero, el maestro de armas, el
gimmnasiarca, con frecuencia mencionados por Platón en sus diálogos, poseen un
saber caracterizado como tekhne, savoir faire, esto es, que implica
conocimientos, pero conocimientos que se encarnan en una práctica y entrañan,
para su aprendizaje, no sólo un conocimiento teórico, sino todo un ejercicio
(toda una áskesis o toda una melete). Poseen ese saber, lo profesan y
son capaces de enseñarlo a los demás. (…)
En esta idea de la persona poseedora de un saber de tekhne (…) encontramos el principio de una obligación de hablar,
que se constata también en el parresiasta. Sin embargo, se ve a las claras que
ese hombre de tekhne no corre ningún
riesgo en la transmisión del saber, en el decir veraz que él mismo ha
transmitido y va a transmitir, y en eso consiste su diferencia con el
parresiasta. (…) El parresiasta, en contraste, corre un riesgo. Arriesga la
relación que tiene con aquel a quien se dirige. Y al decir la verdad, lejos de
establecer ese lazo positivo de saber común, de herencia, de filiación, de
reconocimiento, de amistad, puede al contrario provocar su ira, reñir con el
enemigo, suscitar la hostilidad de la ciudad, inducir la venganza y el castigo
del rey, si éste es un mal soberano y un tirano. (…) En el caso del decir veraz
de la técnica, la enseñanza asegura en cambio la supervivencia del saber,
mientras que la parrhesía arriesga la
muerte de quien la practica. El decir veraz del técnico y del profesor, en
cambio, une y enlaza. (39-41)
El profesor, el hombre de la tekhne,
lo vemos aparecer con mucha claridad en los diálogos socráticos (los sofistas
eran justamente esa suerte de técnicos y profesores que pretendían tener una
función universal). En lo concerniente al parresiasta, aparece de una manera
muy precisa, con su propio perfil, con Sócrates
y a continuación con Diógenes y toda
una serie de filósofos. (42)
En la época moderna la modalidad parresiástica del discurso veraz ha
desaparecido como tal, se la encuentra injertada en alguna de las tres modalidades
de discurso veraz actuales. El discurso revolucionario, cuando adopta la forma
de una crítica de la sociedad existente, cumple el papel de discurso parresiástico.
El discurso filosófico, como análisis, reflexión sobre la finitud humana, y
crítica de todo lo que puede, sea en el orden del saber o en el de la moral,
desbordar los límites de esa finitud, representa en algún aspecto el papel de
la parrhesía. En lo concerniente al
discurso científico, cuando se despliega como crítica de los prejuicios, de los
saberes existentes, de las instituciones dominantes, de las maneras de hacer
actuales, tiene en verdad ese papel parresiástico. (46)
Clase del 1ª de febrero de 1984. Segunda hora.
Michel Foucault, El coraje de la verdad, Fondo
de Cultura Económica, Buenos Aires 2010
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