Boulevard Voltaire et Sharie al- Mutannabi même combat.
O malheureux mortels !ô terre déplorable ! /O de tous les mortels assemblage effroyable !/D'inutiles douleurs, éternel entretien !/Philosophes trompés qui criez : « Tout est bien »/ Accourez, contemplez ces ruines affreuses, /Ces débris, ces lambeaux, ces cendres malheureuses,
(¡Desgraciados mortales! ¿Oh tierra deplorable!/ Oh amasijo espantoso de todos los mortales / ¡Eterna controversia sobre dolores vanos!/ Engañados filósofos que proclamais: "Todo está bien"/Acudid, contemplad las ruinas horribles,/ Los fragmentos, los guiñapos, estas pobres cenizas ")
La filosofía de Leibniz, caracterizada por un optimismo ontológico, es el objetivo principal de este arranque del poema que en 1756 compuso un Voltaire desolado por el terremoto de Lisboa: un dios computador había conseguido crear un mundo que respondía a la máxima optimización el mejor de los posibles: «Tout est bien, dites-vous, et tout est nécessaire. » ("todo está bien, decís, y todo es necesario").
Voltaire reposa en el llamado Panthéon des Grands Hommes desde los primeros años de la Revolución Francesa y en 1870 una de las grandes arterias de París lleva su nombre. Hace unos años tuve ocasión de evocar aquí mismo este Boulevard Voltaire con motivo del ondear de banderas rojas en una gélida y gris mañana de noviembre en la que los trabajadores se manifestaban contra la política de desmantelamiento de sus conquistas sociales, la cual, más que impulsada por la crisis, cabe decir que se puso en marcha utilizando la coartada de la crisis. Decía entonces que la preocupación y el frío no eran óbice para que la coincidencia con la aparición en los bistros del barrio de los vinos nuevos, confirieran un cierto tono festivo a aquella jornada de reivindicación en el entorno (Republique, Bastille) del Boulevard Voltaire.
Casi día por día, cinco años después, el pasado 13 de noviembre, el Boulevard Voltaire se llenaba de gritos de desesperación que respondían tanto al horror objetivo como al sentimiento de injusticia, la imposibilidad de atribuir algún tipo de legitimidad a una sangría, no carente sin embargo de causas políticas que la hicieran previsible. Múltiples analistas se remontan con razón a la cruenta guerra de Irak o a la felonía que supuso el bombardeo de Libia, desmantelamiento de sus estructuras y sustitución voluntaria de una dictadura por un caos. Pero, ¿qué valen estos argumentos ante el que se abrazaba sin referencia ni guía al cuerpo inerte o malherido de su amante o su amigo? Y todo esto en el entorno de la gran arteria que lleva el nombre de Voltaire...
Voltaire era entre otras cosas poeta. En Bagdad, una calle dedicada al poeta Al Mutannabi constituía el lugar de referencia de los lectores iraquís por la multiplicidad de libreros análogos a los bouquinistes parisinos. Y, por relativo que fuera en la práctica, el laicismo oficial del régimen baasista hacía posible que, sin gran dificultad, se encontraran allí libros de los grandes filósofos, entre ellos los del libre-pensador francés. A trancas y barrancas la calle Al Mutannabi mantuvo su espíritu en medio de la descomposición de las estructuras del país que siguió a la ocupación americana, de ahí que en 2007 fuera objeto de un brutal atentado.
Como en otras ocasiones no se sabe si horroriza más el número de víctimas mortales o el de los espantosamente mutilados. Boulevard Voltaire, Sharie al-Mutannabi... même combat, idéntico objetivo para los gestores de la frustración, los que hacen de ésta matriz odio y no de rebeldía.
Sin embargo Bagdad ha conocido otros ataques: el 19 de marzo de 2003, tras un ultimátum que se sabía no iba a tener respuesta, se efectúan los primeros bombardeos que se prosiguen ulteriormente y se extienden a otras ciudades iraquís con el objetivo de aterrorizar a la población civil... La secuencia de dramas desde entonces es bien conocida. Ahora es bombardeada la ciudad de Rakka, en especial por parte de las fuerzas rusas y francesas, en razón de ser capital del llamado Estado Islámico. Obviamente los que no estamos en el ajo carecemos de criterio para saber si los comunicados de los estados mayores, afirmando que se trata siempre de objetivos militarmente estratégicos, son verdaderos o no. Pero ni estos mismos partes niegan que se han destruido vías de comunicación, hospitales, y que en ocasiones las víctimas son civiles difícilmente vinculables al conflicto (un corresponsal clandestino de Le Monde daba cuenta, entre muchos otros casos, de una bomba que había aniquilado un grupo de vecinos que iban a sus asuntos en una callejuela).
La palabras de moda en Francia para criticar a los que se fijan en estas "minucias" es la de "angélisme", y entre nosotros la tan masticada de "buenismo". Voltaire no era ciertamente "buenista", entre otras razones porque no veía en la providencia modelo para tal bondad. Como indicaba más arriba la constatación del hecho que la necesidad natural supone para el hombre un mal carente de sentido, un dolor ante el que literalmente se siente ciego, condujo al filósofo a la puesta en tela de juicio de los buenos designios de un Hacedor del que hasta ese momento no había renegado.
Y sin embargo de haber asistido a la destrucción de las ciudades sirias, libias o iraquís por parte de coaliciones que, finiquitando en su día los regímenes de Hussein y Khadafi, apuntan ahora al Estado Islámico hubiera quizás mostrado su horror con las mismas palabras que utilizó para dolerse de que una supuesta providencia hubiera permitido que la ciega necesidad natural, la ananké de los griegos, tenga traducción en el terremoto de Lisboa.
"Les tristes habitants de ces bords désolés /Dans l'horreur des Tourments seraient-ils consolés/ Si quelqu'un leur disait : Tombez, mourez tranquilles ; /Pour le bonheur du monde on détruit vos asiles ;/D'autres mains vont bâtir vos palais embrasés,/D'autres peuples naîtront dans vos murs écrasés ;/Le Nord va s' enrichir de vos pertes fatales ;/Tous vos maux sont un bien dans les lois générales ;(...) ?/A des infortunés quel horrible langage ! /Cruels, à mes douleurs n'ajoutez point l'outrage ».
(« Los tristes habitantes de de estas márgenes desoladas/ En el horror de los Tormentos ¿qué consuelo tendrían /Si alguien les dijera: Caed, morid tranquilos;/ Es por el bien del mundo que se destruyen vuestros refugios; Otras manos construirán vuestros palacios calcinados, /Otros pueblos surgirán sobre vuestros muros derruidos; Vuestras fatales perdidas enriquecen el Norte (...) / Vuestros males son bienes en la ley general?/ Para los desgraciados ¡que horribles expresiones!/ Crueles, a mis dolores no añadáis el ultraje" ).
Víctor Gómez Pin, Boulevard Voltaire ... Sharie Al-Mutannabi, El Boomeran(g) 08/12/2015
Víctor Gómez Pin, Boulevard Voltaire ... Sharie Al-Mutannabi, El Boomeran(g) 08/12/2015
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