Les paraules i els caramels.

(Las palabra) ellas constituyen la materia prima sobre la que trabaja la sospecha -la necesaria e ineludible sospecha-. Pero, además, es con ellas -y sólo con ellas: las intenciones, incluso las declaradas, son material desechable para el intérprete- con las que tenemos trato. Las ideas que aspiramos a alcanzar no tienen, en definitiva, otra realidad, otra materialidad, que la lingüística, aunque no se agote en ella. El lenguaje es el papel que envuelve el caramelo, a veces envenenado, del pensamiento. Es cierto que a menudo el papel se pega al dulce, haciendo que se mezcle el sabor de ambos, igual que en otras ocasiones su color confunde respecto al contenido y nos encontramos con un gusto o una textura inesperados (y, lo que es peor, no deseados). Pero, precisamente por todo ello, hay un principio fundamental que no cabe dejar de lado a la hora de emprender la tarea de pensar. Las palabras habitan en nosotros tanto como nosotros habitamos en ellas. O, por decirlo a la manera del gran poeta René Char: "Las palabras saben de nosotros lo que nosotros ignoramos de ellas". Lo mejor que podemos hacer es, pues, preguntarles: a ver qué nos dicen. Igual -con un poco de suerte- nos dicen algo que nos convendría más no saber. Mejor eso, sin duda, que doblarnos, dócilmente, ante ellas.

Manuel Cruz, Variaciones sobre lo que da que pensar, Babelia. El País, 05/03/2011
http://www.elpais.com/articulo/portada/Variaciones/da/pensar/elpepuculbab/20110305elpbabpor_45/Tes?print=1

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