Learning to be Human (Víctor Gómez Pin).


Evocando el tema escogido para el congreso mundial de filosofía a celebrar en  Pekín en 2015, "Learning to be Human"  he sostenido que ese título sólo se justifica si se considera que  la tesis de que la filosofía no es una disposición de espíritu contingente, que podría o no haberse dado en la historia espiritual de la humanidad.  Hay efectivamente razones para sostener que la humanidad se realiza en la filosofía, no porque la filosofía haya estado  presente  en toda cultura, como universal antropológico actualizado. La filosofía tiene su aparición en un lugar y tiempo determinado, pero esta aparición no supone tanto un salto en el conocimiento, como  un paso al acto de una disposición; la asunción de algo que ya estaba ahí en un registro larvado, algo contenido en núcleo del lenguaje, en la  matriz que es para el animal humano el lenguaje, pero que exigía unas condiciones previas para emerger y desplegarse.
Asimismo he reiterado en múltiples foros  la tesis de que la filosofía no es una ciencia, pese a que tiene en ella su sostén fundamental y no se explica sin ella. Es más, en contra de la teoría  de los tres estadios de Auguste Comte he sostenido que, lejos de constituir una etapa preliminar en el despliegue de la razón (que tendría a su vez precedente en la etapa mítica) que la ciencia vendría a remplazar, la filosofía nace de la ciencia y desde luego no hubiera podido darse sin las condiciones de posibilidad de la ciencia tal como se fraguan, por ejemplo,  en la islas del mar Egeo, cinco siglos antes de nuestra era. Y de hecho el ejemplo es mucho más que eso, pues la filosofía  puede verse como el resultado de las aporías que surgen  en las tentativas de la exploración de la naturaleza por los físicos presocráticos, siendo  asignatura pendiente  para la historiografía filosófica el determinar cuáles son  exactamente estas aporías, las cuales  supusieron para los pensadores jónicos un reto análogo al que las paradojas de la mecánica cuántica suponen para la meta-física contemporánea. (1)
Ciertamente el término filosofía parece designar en ocasiones una actividad de pensar que no cuadra con esta perspectiva,  que no tiene origen en Jonia y a fortiori en esa cosa singular que es la ciencia jónica. Pero hay razones para afirmar que se trata de un mero uso equívoco de la palabra. Empezando por el hecho de que la ciencia misma, en el sentido que esta palabra tiene para nosotros (y que supone  un postulado esencial sobre la naturaleza a saber que esta se halla sometida a una rigurosa necesidad), puede ser considerada ya un resultado de la manera de abordar las cosas por los pensadores griegos.
He de reiterar que sería simplemente estúpido interpretar esta tesis en el sentido de una diferencia jerárquica entre la civilización jónica y las que la precedieron. Tan estúpido como pensar que la aparición de la teoría de la relatividad en un determinado contexto cultural supone algún tipo de superioridad del mismo. La prueba de la universalidad tanto de la ciencia como de la filosofía es  precisamente que  la reflexión iniciada en la lengua  griega de Jonia es sin problema alguno  incorporable  por toda otra lengua. La ciencia y la filosofía  nacen  en una lengua y una región del mundo, pero se sienten en su casa allí dónde hay una lengua que las acoja.
Huelga decir que no hago más que recoger esta tesis de lo sostenido no sólo por ilustres historiadores del pensamiento sino también por ilustres científicos.  
"Prácticamente toda nuestra educación intelectual tiene su origen en los griegos. Un conocimiento escrupuloso de estos orígenes es pues requisito indispensable para liberarnos de su aplastante influencia. Ignorar el pasado es aquí, no sólo indeseable, sino simplemente imposible. Uno no necesita haber oído sus nombres  para estar bajo el hechizo de su autoridad. Su influencia no sólo se ha dejado sentir sobre quienes aprendieron de ellos en la Antigüedad y en los tiempos modernos; todo nuestro pensamiento, las categorías lógicas en las que éste se mueve, los esquemas lingüísticos que utiliza (y que por consiguiente lo dominan) es en cierto modo una elaboración y, en lo fundamental, el producto de los grandes pensadores de la Antigüedad. Debemos investigar, pues, este devenir con toda meticulosidad a fin de no tomar por primitivo lo que es resultado de un proceso de crecimiento y desarrollo, y por natural lo que es, de facto artificial"(2)  
El físico Erwin Schrödinger cita y glosa ampliamente este radical  (y sin duda problemático) texto del historiador del pensamiento Theodor  Gompertz  para dar,  por así decirlo, base erudita a su propia convicción de que el retorno a la Jonia en la que el pensamiento griego tiene cuna constituye una exigencia ineludible, no ya para los filósofos sino para los científicos, sobre todo quizás para estos últimos.
Schrödinger coincide asimismo con Burnet (3), otro gran historiador del pensamiento antiguo, en que  "constituye  una adecuada descripción de la ciencia el decir que en ella se trata de pensar sobre el mundo a la manera de los griegos", y en consecuencia, añade  "la ciencia no ha existido excepto entre los pueblos que vivieron bajo la influencia griega (4)".
Obviamente Schrödinger no ignora que esplendorosas civilizaciones, ajenas a Jonia en el espacio y en el tiempo,  han desarrollado prodigiosas técnicas las cuales posibilitarán un sorprendente control del entorno. No ignora que antes de Tales de Mileto, en China y en Egipto se había alcanzado un elevado conocimiento astronómico y matemático, y podrían multiplicarse los ejemplos  ¿Qué nos quiere pues  señalar  el gran físico cuando asume tan radical tesis? ¿Por qué se considera que Tales, Anaximandro, Anaxímenes, así como otros nombres quizás menos importantes, representan el verdadero nacimiento tanto de la ciencia como de esa singular disciplina  que se designa bajo el nombre de filosofía? Obviamente, decir que filosofía y ciencia  están vinculadas supone asumir que son cosas diferentes, por lo cual la anterior pregunta  remite a esta otra: ¿En qué la filosofía no se confunde con la ciencia, aunque esté íntimamente vinculada con ella?
La tentativa de esbozar una respuesta a esta pregunta pasa por un retorno a Jonia, viene a decirnos tras otros el gran Erwing Schrödinger,  un científico singular, un físico que se pregunta por las condiciones que han posibilitado el que haya en la historia de la cultura humana precisamente una disciplina como la física, y que para intentar responder decide sumergirse él mismo en los arcanos del pensamiento griego,  llegando a interrumpir  su docencia científica para dar unas lecciones recogidas bajo el título de  La naturaleza y los griegos (5).
Parece una eterna cantinela: la filosofía vuelve una vez y otra a interrogarse sobre su propio quehacer, sobre la esencia misma de la filosofía. Quizás no es azaroso si se tiene en cuenta la vinculación arriba establecida entre la disposición filosófica y la asunción por el ser humano del deber de realizar sus potencialidades. Pues desde luego es inevitable que el hombre se interrogue una y otra vez sobre su ser y su función encuentre insatisfactorias por incompletas todas las respuestas dadas.
Retomo pues aquí estas interrogaciones filosóficas que un tiempo abordé desde  otra perspectiva, bajo el título de "asuntos metafísicos", intentando desde el primer momento establecer una suerte  de compromiso: evitar en la medida de lo posible todo artilugio técnico y toda  referencia  erudita que no se halle estrictamente justificada por la exigencia misma de la interrogación planteada.
Y dado que  últimamente venía tratando en este foro de cuestiones relativas a la disposición que han tenido muchos pensadores en situaciones en las que por así decirlo el honor está en juego, seguiré intercalando columnas sobre el tema.

Víctor Gómez Pin, Aprendiendo a ser humano, El Boomeran(g) 05/01/2016

(1) Habrá ocasión de volver sobre este tema concreto. Avanzo simplemente que considerar, por ejemplo, a Anaximadro  el "primer científico", como  hace  el físico Carlo Rovelli,  no puede ser lo mismo que hablar del filósofo Anaximandro. Algo ha tenido que pasar en el  pensamiento del pensador, para que la disposición de espíritu que caracteriza a la ciencia sea sustituida por la filosófica. Aprovecho para señalar que, pese a que Tales de Mileto fuera maestro de Anaximandro, Carlo Rovelli  no carece de razón al situar el arranque de la ciencia en el segundo, pues uno de los rasgos de la actitud científica es precisamente el hecho de que el discípulo pone en tela de juicio lo que no considera acertado en el maestro, y ello precisamente por respeto al mismo. Ahora bien: en Tales se dan por vez primera vez las condiciones de posibilidad del abordaje científico de la naturaleza, y en consecuencia no puede aun hablarse de un maestro al que eventualmente es  cuestionado (cuestionado ciertamente  no en la disposición  sino en lo acertado de tal o tal respuesta a los interrogantes que plantea). 
(2) Theodor Gompertz Griechische Denker (Pensadores Griegos)Vol I pag. 419.  Veit und Comp, Leipzig 1911.
(3) John Burnet Early Greek Philosophy Londres 1930
(4) Schrödinger o.c. p.36
(5) Erwin Schrödinger La naturaleza y los griegos. Tusquets editores, Barcelona 1997.

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