El lloc de la felicitat (Pierre Hadot).
La felicidad está en el momento presente, en primer lugar, por la simple
razón de que no vivimos más que el presente; a continuación, porque pasado y
porvenir son casi siempre fuente de sufrimiento: el pasado nos apena, ya sea
simplemente porque es pasado y se nos escapa, ya sea porque nos da la impresión
de una imperfección; el futuro nos inquieta porque es incierto y desconocido.
Pero cada momento presente nos ofrece la posibilidad de la felicidad: si nos
situamos en la perspectiva estoica, nos da la ocasión de hacer nuestro deber,
de vivir según la razón; si nos situamos en la perspectiva epicúrea, nos
procura a cada instante el placer de existir, tan bien descrito por Rousseau en el quinto paseo de las Ensoñaciones del paseante solitario.
El ejercicio de concentración en el presente no consiste en saber gozar,
cuando se presenta, de un momento feliz, de uno de aquellos momentos perfectos
de los que habla Sartre en La náusea, sino que consiste en saber
reconocer el valor infinito de cada momento. De hecho, es muy difícil, pero es
bueno volver a tomar conciencia de la riqueza del instante presente en la
medida en que se puede. (242-244)
Habitualmente, nuestra vida está siempre inacabada, en el sentido más
amplio de la palabra, porque proyectamos nuestras esperanzas, todas nuestras
aspiraciones, toda nuestra atención en el futuro, diciéndonos que seremos
felices una vez hayamos alcanzado tal o cual objetivo: vivimos con temor
mientras el objetivo no es alcanzado pero, si lo alcanzamos, ya no nos interés
y continuamos corriendo tras otra cosa. No vivimos, tenemos la esperanza de
vivir, esperamos vivir. Estoicos y epicúreos nos invitan entonces a efectuar
una conversión total de nuestra relación con el tiempo. Vivir es el único
momento en que vivimos, es decir, en el presente; no vivir en el futuro, sino
al contrario, como si no hubiera futuro, como si no tuviéramos más que ese día,
este momento para vivir, y vivirlo así lo mejor posible, como si fuera el
último día, el último momento de nuestra vida en nuestra relación con nosotros
mismos y con aquellos que nos rodean. (…) Podemos incluso añadir: ahí estoy,
aquí, en un mundo inmenso y maravilloso. Es el instante presente, decía Marco Aurelio (VI, 25), lo que nos pone
en contacto con el cosmos entero. A cada instante puedo pensar en el indecible
acontecimiento cósmico del que formo parte. Pero esto nos conduciría a otro que
tendremos que abordar, al del maravillarse ante el mundo. Por el momento me
contentaré con decir brevemente que vivir en el presente es vivir como si
viéramos el mundo por primera y última vez. Cada momento presente puede, así,
ser un momento de felicidad, ya sea por el placer de existir o por el gozo de
hacer el bien.
Está muy claro que no podemos vivir siempre en esta disposición, ya que el
esfuerzo que hay que hacer para liberarse de la fascinación del futuro y de la
rutina cotidiana es difícil. (244-245)
Tan sólo el presente es nuestra felicidad.
Pierre Hadot, La filosofía como forma de vida.
Conversaciones con Jeannie Carlier y Arnold I. Davidson, Alpha Decay, Barna
2009
Comentaris