L'amor no espera.

Un niño de 4 años está sentado en una habitación mirando fijamente una mesa sobre la que descansa un solitario pastel. Antes de que se abalance a por el azúcar, se le advierte: "Si esperas 15 minutos, en vez de un pastel, tendrás dos". La escena es parte de un experimento que hace más de 40 años realizó el psicólogo Walter Mischel, que constató que dos de cada tres niños ceden a la tentación después de una agotadora y del todo inútil lucha contra sus impulsos.

Lo interesante de este experimento es que 15 años después, cuando estos niños iban a la universidad, Mischel volvió a estudiarlos y llegó a la conclusión de que aquellos que habían esperado pacientemente tenían mejores notas, expectativas laborales y mayor autocontrol.

Si hoy Mischel repitiera esta prueba descubriría que las probabilidades de encontrar a un niño, adolescente o adulto capaz de esperar más de 5 minutos antes de tomar una decisión, razonada o no, son las mismas que las de encontrar una pareja que dure más de un mes, un político comprometido con sus votantes y no consigo mismo o un trabajo indefinido: casi ninguna.

¿Han visto 'Her'? Es y no es sólo otra historia de amor. Un chico solitario, melómano y bigotudo se enamora de una chica hecha de bits y otras cosas infinitamente pequeñas; un sistema operativo con voz de mujer que le seduce y le consuela cuando está triste. Con el paso del tiempo descubren que no estaban hechos el uno para el otro. (Perdonen el 'spoiler'). Una de las escenas dice así:

-¿Estás hablando con alguien más?

- Sí.

- ¿Con cuántos más?

- 8.316.

- ¿Estás enamorada de alguien más?

- 641. No sé si me crees, pero no cambia lo que siento por ti.

Puede ser un disparate o sólo una hipérbole de las relaciones. Piensen en la última vez que estuvieron cenando con amigos. ¿Cuántos de ellos estaban escribiendo a otras cinco o diez personas? ¿De los 200 amigos que tiene en las redes sociales, a cuántos conoce bien? -Que le haya visto luciendo bañador no significa que sean íntimos- .

"Las relaciones interpersonales se están transformando radicalmente. Las redes sociales optimizan y facilitan la comunicación. Tanto, que la frivolizan y la mantienen en un tono más superficial. Hemos cambiado calidad por cantidad", opina el psicólogo y escritor Antoni Bolinches.

Entre adultos, el número medio de amigos en Facebook es de 338, según un estudio del Pew Research Center de febrero de este año. Segundo dato. El sociólogo Matthew Brashears, de la Universidad de Cornell, llevó a cabo una encuesta desde 1985 hasta 2010. Preguntó, año tras año, a más de 2.000 personas y su conclusión fue que, mientras las redes sociales iban haciéndose un hueco en sus vidas, su número de amigos cercanos bajó de 3 amigos a poco más de 2. No llega ni a los dedos de una mano.

En las relaciones de pareja suena una canción parecida. Cada vez son más cortas. En parte, porque sexo y amor, unidos hasta hace 50 años, ya no lo están. También, porque vivimos en un consumismo frenético que todo lo mide en términos de cantidad.




"Hay menos personas que viven en pareja para no comprometerse excesivamente. Nuestra sociedad ha entrado en el infantilismo. Hay poca resistencia a la frustración", confirma Bolinches, que define a esta generación hija del F5 y el '24 horas abierto' como "hedonista, inmadura". "No hay cultura del esfuerzo. Si sigue así, nos iremos deshumanizando, entraremos en un modelo de relaciones más consumista, que nos llevará a una insatisfacción vital".

La revista 'Science' publicó un estudio en julio que demostraba que la mayoría de las personas no soportan quedarse a solas con sus pensamientos. El psicólogo Timothy Wilson examinó a cientos de universitarios y comprobó que el 67% de los hombres y el 25% de las mujeres incluso preferían aplicarse leves descargas eléctricas antes que tener como única compañía a sus ideas y sus miedos. "Para entender las relaciones hay que conocerse bien a sí mismo y eso es un trabajo que no acaba nunca. Pero parece que no somos capaces de darnos ese tiempo", coincide el psicólogo y sexólogo José Bustamante.

"Muchas parejas rompen rápido porque si uno de los dos no encaja en los espacios y los tiempos del otro, no le damos una oportunidad. Llenamos tanto nuestro tiempo de actividades, de tareas, que encajar una pieza más acaba siendo complicado", continúa Bustamante, que explica cómo sus clientes tienden a pensar en la pareja como algo "preparado para consumir rápido". Hemos perdido paciencia y reflexión.
María Crespo, Un momento es muy poco, Mundo, 02/11/2014

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