A qui beneficia la submissió?

El Roto
Deberíamos estar inmunizados contra la mezquindad y contra aquellos que hacen ostentación de poder y se aprovechan de él pulverizando al prójimo. Llevo años preguntándome cómo es posible que no sucedan más conflictos o que no haya una revuelta social definitiva. Estoy convencido de que no estalla una revolución porque desde el inicio de la crisis (con su consiguiente retroceso de derechos laborales y sociales), los damnificados no tenemos otra alternativa que demandar nuestras reivindicaciones en solitario. Además, porque la opresión con sus diversos mecanismos, (pobreza, miseria, violencia, etc.) se ha encargado de extirpar los sueños y anhelos de resistencia de millones de personas que viven sumidas en el silencio.

Sin embargo, siempre me ha sorprendido la ingenuidad de los que ejercen el poder de forma absolutista. ¿De verdad piensan que las personas que viven amedrentadas y sometidas no aprovecharán la más mínima oportunidad para salir de este aletargamiento?

Recuerdo una jefa, que contrató a una asistenta latinoamericana a la que tenía absolutamente atemorizada. Igual la mandaba a comprar al supermercado (cargada como una burra), que tenía que hacer centenares de fotocopias para los apuntes de sus niños, o la enviaba a buscar una farmacia de guardia para comprar un chupete para la hija de una amiga. Obviamente se consideraba la más solidaria del planeta. Pero la verdad es que a aquella pobre mujer le temblaban las piernas cada vez que oía gritar su nombre por los pasillos. Ya se sabe que una mala palabra a tiempo puede humillar sin que uno se manche las manos. Otra cosa que la definía excepcionalmente bien era su manera de infravalorarla o ridiculizarla frente a los demás; con una fina ironía despótica.Tal y como decía Albert Einstein: “Hay dos cosas infinitas el universo y la estupidez humana y del universo no estoy seguro”. En definitiva, un día pillé a la asistenta escupiendo con inquina en el café de la mañana. Nos miramos fijamente, pero no me atreví a intercambiar ni una sola palabra. 

La ansiedad que provoca el sometimiento se procesa de mil maneras diferentesLa falta de respeto aunque menos agresiva que un insulto directo, puede ser igualmente mortal. Y no entiende de edades. Jorge, un ex compañero del colegio sufrió acoso escolar durante años. De adulto tuvo la oportunidad de regresar a trabajar en la misma escuela como contable. Al cabo de pocos años fue despedido por malversación de fondos. Era tanto el rencor acumulado, que cada vez que sustraía alguna suma, consideraba que se lo estaba cobrando por todas las humillaciones sufridas y grabadas en su memoria a fuego lento. Siendo la vida como es, no es de extrañar que uno sueñe con vengarse. ¿Dónde estuvieron los profesionales que deberían haberle protegido cuando era un niño? El mismo día que lo echaron, muerto de vergüenza y de remordimientos tuvo un accidente del que nunca llegó a recuperarse. Cuando descubrí la película La visita del rencor de Bernhard Wicki no pude dejar de pensar en lo mucho que se parecían ambas historias.

¿Qué es un acto delictivo frente a la injusticia, sino una respuesta violenta a la opresión del sistema? La violencia aun cuando se oculte, se ahogue y no llegue a ser verbal, impacta en todos los aspectos de la condición humana. Por eso se puede convertir en un generador de angustia y de respuestas inesperadas.

Al no tener la seguridad de que serán comprendidas, a menudo las víctimas callan y sufren en silencio. En un viaje a la India, en una zona rural de Anantapur me contaron la historia de una mujer a la que su marido le había cortado las dos piernas con un hacha porque sospechaba de su infidelidad.Existen individuos que tapizan su trayectoria con cadáveres o muertos vivientes. Nada parece haber cambiado desde entonces, el hombre sigue siendo igual de respetado en la comunidad. ¿Cuándo se producirá la revancha de su esposa y de qué forma? Por muy interiorizada que ésta tenga la idea de que es de su propiedad, nunca más volverá a ser la misma. ¿De qué sirve entonces el sometimiento? ¿A quién beneficia? 

¿Acaso cree alguien que se puede construir nada bajo el miedo? Lo interesante aquí es “la moral” que recubre la explotación de los opresores y la endeble respuesta de los oprimidos. Las razones a una oposición débil es que subyace un mecanismo invisible: la ideología del sujeto encadenado. Los mecanismos del poder son muy perversos. Muchas veces las víctimas acaban asumiendo que su opresión esta justificada. Dependencia, miedo y naturalización del Status Quo. Sin duda, la represión debilita, quebranta y rompe la autonomía y ganas de lucha.

Tal y como señala Michel Onfray: “El Neocapitalismo globalizado ha creado, desde que reina de forma absoluta, las condiciones que permiten demasiado a menudo y trágicamente la asimilación del pobre, del proletariado y del deportado, asociados en una comunidad de destino, sometidos sujetos, sin esperanza de dejar las prisiones en la que se pudren”.

¿Cómo transformar esta realidad donde la barbarie parece triunfar frente al humanismo? ¿Cómo desatar los nudos de la opresión? Inculcar y promover la autonomía de la razón, la reflexión libre, desembarazada de las ataduras dominantes es imprescindible. Quien ejerce el control de forma autoritaria, ha de saber que le será difícil perpetuarse eternamente en su poder violento y desmesurado. Tarde o temprano la libertad en resistencia romperá las ataduras, poniendo fin a la condición pasiva, silenciosa y temerosa. Definitivamente, el verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele.

Josep Giralt, La dictadura del sometimiento, Planeta Futuro. El País, 16/10/2014

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