Ciència i percepció de la realitat

Confrontado a algún aspecto que (por poner en tela de juicio alguno de los pilares de nuestra representación del mundo) produce estupefacción, el pensamiento humano no cesa hasta encontrar una razón explicativa y caso de encontrarla la estupefacción cambia entonces de signo. Un ejemplo:
El pensamiento pitagórico  hacía de los números hoy llamados racionales (fracciones de la forma p/q  con números enteros) la base de todo orden, el soporte tanto de la realidad física como espiritual. En consecuencia, cuando el pitagorismo  se encontró confrontado a la irracionalidad de la diagonal del triángulo rectángulo de catetos unidad (no hay fracción ordinaria a la que esta diagonal sea reductible), la perplejidad fue absoluta (aquello que debería dar cuenta de todo ni siquiera daba cuenta de lo enunciado en el teorema de Pitágoras). Sin embargo, tras la racional contemplación del  hecho y consecuente asunción del mismo (que supuso quizás una de las crisis más fructíferas en el desarrollo del pensamiento matemático-búsqueda de  números no reductibles a fracciones racionales), la transformación del espíritu es tal que, como  señala Aristóteles,  que la causa de estupor sería ahora  la mostración de un triángulo rectángulo de catetos unidad en el que la diagonal fuera conmensurable.
Muchos son los casos que podrían ser evocados. El  triunfo de la Revolución Copernicana supuso una derrota no sólo para las creencias religiosas entonces imperantes  sino sobre todo para la inmediata percepción de los fenómenos. Sin embargo cuando la nueva teorización marca las convicciones filosóficas nada dejaría más estupefacto que la emergencia por ejemplo de un eclipse que la nueva astronomía no llegara a explicar. Es de señalar que la teoría no sólo reemplaza la explicación sustentada en la anclada percepción fenoménica sino que da cuenta de la misma. Por así decirlo, explica no sólo la tierra gira entorno al sol, sino también porque parece a nuestros ojos lo contrario. Pues bien:
Se da en la teoría cuántica una modalidad de estupefacción que no responde al esquema que acabo de sintetizar. Como en muchos otros casos la Mecánica Cuántica nos ofrece fórmulas matemáticas explicativas del comportamiento de los fenómenos físicos que contradicen las observciones de un sentido común reflejo de arraigados principios. Tales fórmulas no sólo tienen una capacidad previsora y descriptiva sino potencialmente transformadora (de tal forma que, por ejemplo, el ordenador cuántico que se perfila en el horizonte constituiría un momento extraordinario en la historia de la tecnología ). Y sin embargo, en el caso al que me estoy refiriendo, un vacío insondable separa lo así descrito y los fenómenos que observamos.  ejemplificando el caso en uno de los apólogos más famosos de la disciplina y  dejando para un desarrollo  ulterior una mayor precisión conceptual, cabría decir: lo inteligible en  la situación descrita por el apólogo es que  el animal tenga  un entrelazamiento de vida  y muerte, no que al abrir la caja en el que se hallaba encerrado lo encontremos o bien vivo o bien muerto.
Víctor Gómez Pin, Colapso de principios básicos y transformación del espíritu, El Boomeran(g), 13/06/2011

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