Tecnosolucionisme contra democràcia.






Resulta curioso que quienes más esperanzados están con la técnica menos confían en la democracia. Al grupo de los autoritarios conocidos se añaden ahora tecnólogos de alta reputación. ¿Hay alguna razón que explique el hecho de que quienes formulan las promesas tecnológicas más audaces sean quienes menos creen en las promesas democráticas de la conversación igualitaria y la soberanía popular? ¿Existe alguna conexión entre el autoritarismo digital y el pesimismo respecto de la condición humana? En mi opinión, el nexo conceptual entre ambas disposiciones se encuentra en el modo como los tecnófilos conciben la relación de los seres humanos con el futuro.

La técnica está hoy sobrevalorada por los tecnosolucionistas que la consideran apropiada para resolver muchos problemas cuya naturaleza parecería requerir otro tipo de procedimientos y lógicas. Uno de los optimismos más audaces consiste en suponer que los problemas de naturaleza política tienen una solución técnica y que no es necesaria una intervención de otro tipo para que desaparezcan como problemas. La técnica se presenta así como un sustituto de la política; la democracia sería innecesaria, sus procedimientos de deliberación y decisión representan un estorbo cuando disponemos de los instrumentos, cálculos y velocidades que proporciona la tecnología; el debate es una pérdida de tiempo, la regulación un freno al avance tecnológico y la soberanía popular una consagración de la incompetencia. La versión digital de la expertocracia consiste hoy en la pretensión de los desarrolladores tecnológicos de decidir por nosotros, sin perder el tiempo en otras consideraciones.

Tal vez ahora se entienda mejor la coherencia de los autoritarios digitales: se comienza confiando a la técnica que nos haga inmortales y se termina dando muerte a la democracia. No es una casualidad el hecho de que Xi Jinping y Vladímir Putin estuvieran hablando de la inmortalidad en su reciente encuentro en Pekín. Para hacer frente a los autoritarios tenemos que abordar ciertas preguntas básicas. ¿Por qué razón únicamente los seres mortales tienen democracia? La democracia solo tiene sentido en un ser que no está predeterminado, que tiene que decidir, cuyo futuro depende de una decisión. Por eso los señores tecnológicos tratan de convencernos de que algo se va a producir inexorablemente (una inevitable disrupción, el adelantamiento de la inteligencia artificial, las innovaciones tecnológicas que solo se producirían si no hay regulación, es decir, si no decidimos colectivamente acerca de cómo las queremos) y que empeñarse en decidir entre todos el futuro deseable es una pérdida de tiempo cuando ellos, investidos de su autoridad digital, pueden convertir esa técnica que según la mitología empezó con un robo, en una propiedad que adquirimos para toda la vida, eso sí, pagando el precio de que en ella todo esté decidido y predeterminado, que abandonemos esa condición humana cuya indefinición es lo que nos obliga a discutir, negociar y decidir, aquellas cosas que hacíamos en los viejos tiempos de la indeterminación democrática.

Daniel Innerarity, Autoritarismo digital, El País 17/09/2025

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