Peter Thiel: política i apocalipsi.
El 11 de septiembre fue para Thiel un acontecimiento capital. Si durante toda la década del ´90, en los tiempos del “fin de la historia” fukuyamista que sostenía que asistíamos al triunfo final del régimen político liberal, Thiel se oponía frontalmente, y contraculturalmente, a la “era multiculturalista”, Thiel interpretó los atentados del 11 de septiembre de 2001 como un punto de quiebre en la historia política contemporánea.
En su ensayo "The Straussian Moment" argumentó que el ataque “perturbó” el entramado político y militar heredado de los siglos XIX y XX, obligando a repensar desde cero el orden político moderno. Para Thiel, el liberalismo occidental, en su versión secular y racionalista, no estaba preparado para comprender ni enfrentar una violencia motivada por convicciones religiosas absolutas, ni para identificar con claridad la figura de un enemigo. Esta lectura, influida por el pensamiento de Schmitt, lo llevó a insistir en que la supervivencia del sistema requería un nuevo marco conceptual capaz de integrar el conflicto y la noción de amenaza existencial.
El 11S también tuvo para Thiel un efecto práctico: lo involucró de lleno en el debate sobre la tensión entre seguridad y privacidad en las sociedades democráticas. Planteó la pregunta de si era posible lograr más seguridad sin sacrificar por completo la privacidad, o si inevitablemente debía aceptarse un intercambio desfavorable. Esta preocupación desembocó en la creación de Palantir, una empresa diseñada para ofrecer herramientas de análisis de datos a agencias de inteligencia y fuerzas de seguridad, con la aspiración de generar un modelo de vigilancia “lo menos intrusivo posible” pero capaz de prevenir amenazas. Así, los atentados terroristas a las Torres Gemelas orientaron sus proyectos empresariales hacia el campo de la seguridad y la gestión de información estratégica.
Thiel ha reconocido la influencia decisiva de Girard en su pensamiento, especialmente en la manera de entender el conflicto, la violencia y las visiones apocalípticas. De Girard toma la teoría del deseo mimético -la idea de que imitamos los deseos de otros, lo que genera rivalidades y, en última instancia, violencia- y la aplica a fenómenos contemporáneos como las redes sociales, que para él amplifican la imitación y crean tensiones políticas y culturales crecientes.
Tras el 11S, Thiel organizó en Stanford el simposio "Politics & the Apocalypse", donde sostuvo que los atentados exigían reexaminar las bases de la política moderna desde una perspectiva apocalíptica. Según él, el liberalismo secular contemporáneo era incapaz de afrontar la violencia de raíz religiosa o existencial y necesita recuperar marcos conceptuales que reconozcan el conflicto y el peligro de una escalada “mimética”. En este sentido, se apoya en Girard para señalar que el cristianismo expone el mecanismo del chivo expiatorio -Cristo como víctima inocente-, pero a diferencia de su maestro, que veía ahí la posibilidad de abandonar la violencia, Thiel considera que a veces es necesario ejercer fuerza para prevenir catástrofes mayores.
Su apropiación de Girard es, así, selectiva: enfatiza la inevitabilidad del conflicto y la urgencia de actuar con decisión, dejando en segundo plano el componente ético y reconciliador que Girard vinculaba al perdón y la no violencia. Esta lectura ha servido de base para su visión política y para orientar proyectos como el mencionado Palantir, concebidos para anticipar y contener amenazas antes de que el ciclo mimético desemboque en un verdadero apocalipsis social o político.

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