Tecnologia i robatori.




El mito de Prometeo en el que se narra el origen de la técnica, comentado por Platón, se inicia con la constatación de una deficiencia que nos caracteriza a los humanos: no tener garras, ni pelaje, ni alas, disponer de un cuerpo tan poco especializado para una tarea determinada, nos convierte en los únicos seres cuyas facultades no son decididas de antemano. El malestar de no ser como los animales lo calmamos con un robo que hacemos a los dioses: el del fuego que posibilita la técnica de forjar, que es un poder divino de crear y moldear las propias facultades, convertir nuestra originaria inutilidad en versatilidad. El robo prometeico compensa nuestra falta de animalidad predeterminada con el poder de hacer casi cualquier cosa gracias a la técnica. No somos animales a los que la biología ha dotado con una específica habilidad, pero gracias a esa indeterminación podemos desarrollar habilidades inauditas. Hemos robado el poder de hacer, pero no hemos dejado de ser animales, es decir, seres vivos cuya vida depende de lo que hagamos, una supervivencia que no está garantizada por naturaleza, sino que se asegura artificialmente. El futuro que tendremos depende de nosotros, no está prefijado. Los humanos no podemos asegurar el porvenir ni con la fijación natural de los animales en un mundo determinado ni por asimilación a los dioses; nuestra viabilidad futura debe ser continuamente creada, protegida, decidida, y mediante una técnica que no está inscrita en nuestra naturaleza, sino que será siempre el resultado de un robo, que es una metáfora para designar nuestra artificialidad.

Daniel InnerarityAutoritarismo digital, El País 17/09/2025

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