Pensar la tecnologia


by Òscar Climent Ollet




Pensar sobre tecnología supone, hoy en día, pensar en todo lo que nos hace humanos. Supone pensar sobre economía y en cómo las plataformas extraen y venden nuestros datos con objetivos publicitarios o políticos. Supone pensar en el trabajo y en la promesa de que la inteligencia artificial nos ayudará a hacerlo mejor o en la amenaza de que nos reemplazará porque, aunque lo haga peor, lo hará más barato. Supone pensar en política, porque la influencia de las plataformas en los debates públicos es indudable: basta con ver el ejemplo de Elon Musk, que ha puesto X al servicio de Donald Trump y del resto del populismo autoritario mundial. Supone pensar en cultura y en si queremos leer novelas y ver películas escritas por un programa que se limita a repetir patrones que ha aprendido gracias a un entrenamiento que no ha respetado los derechos de autor de escritores e ilustradores.

Los 10 pensadores que han conseguido más votos de nuestro jurado no solo reflexionan sobre estos temas y otros relacionados, y no solo describen y en ocasiones dan nombre a lo que está ocurriendo para que podamos identificarlo y analizarlo. Sobre todo, no aceptan que el futuro esté ya escrito (o programado) y que no tengamos más alternativa que aceptarlo. 

Casi todas las novedades de las empresas de plataformas han venido acompañadas de un discurso que las presentaba casi como naturales, como el fruto de un supuesto e imparable progreso. Esto será así, nos decían, hay que adaptarse o desaparecer. Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, asegura que la privacidad es cosa del pasado. Empresas como Amazon y Uber disfrazan de libertad lo que no es más que trabajo precario a las órdenes de un algoritmo. Sam Altman, consejero delegado de OpenAI, promete que la inteligencia artificial ayudará en el futuro —quizás, no lo sabemos— a solucionar el problema del cambio climático y por eso se le ha de permitir agravarlo hoy en día mediante el uso de las cantidades ingentes de agua que necesitan los grandes centros de datos.


En sus libros y artículos, estos pensadores nos muestran que no tiene por qué ser así, que, como escribe la filósofa estadounidense Shoshana Zuboff, nada de esto es inevitable. Podemos defender unas redes sociales que respeten nuestra privacidad, como plantean la investigadora en IA Meredith Whittaker y la filósofa Carissa Véliz, o exigir una inteligencia artificial que esté subordinada a nuestras prioridades sociales, políticas y medioambientales, como proponen el filósofo Éric Sadin y la ingeniera Timnit Gebru. Y podemos imaginar un modelo de negocio para estas empresas que no suponga una amenaza para la democracia, como defienden Daron Acemoglu y la misma Zuboff.

En definitiva, nos alertan de los peligros de obedecer ciegamente a personas que tienen en cuenta sus intereses y no los nuestros, y nos animan a moldear el futuro a través de acciones individuales y colectivas. Con su ayuda, podemos imaginar una tecnología diferente a la que quiere imponer un puñado de millonarios de Silicon Valley.

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