Àngels i mosquits.
Durante milenios, y hasta el siglo XVIII, todos compartíamos una misma interpretación de la vida: la verdad estaba en el todo. Tú te colocabas en algún puesto del cosmos y trabajabas para la belleza, la verdad y la magnificencia de ese cosmos en su conjunto. Con la modernidad, el individuo reemplaza al cosmos. ¿Y qué le pasa al individuo? Comprende asombrado que posee una dignidad infinita y en ese sentido hay un gran orgullo de individualidad. Nada hay superior al yo. Pero el individuo también descubre otra cosa: que ese yo, dotado de dignidad infinita parecida a la de los ángeles, está destinado a morir. Convivimos con algo inmenso: una dignidad de origen y una indignidad de destino. Somos parecidos a los ángeles, pero con un destino parecido al de las polillas. Así nace el problema del sentido de la vida, un problema relativamente reciente en la historia de la humanidad.
Vivimos en el mejor momento de la Historia. Somos los mejores de toda la Historia, pero estamos cabreados. Eso es una rareza. Ser modernos es estar insatisfechos. La insatisfacción es inherente al ser humano. ¿Cómo no vamos a estar insatisfechos si tenemos conciencia de que tenemos una dignidad de ángeles y un destino de mosquitos? Pienso que han disminuido drásticamente los actos contra la dignidad humana, pero se ha multiplicado el asco. La mayoría de la gente se queda con el asco, pero no se da cuenta de que ese sentimiento es muy creador porque representa la concesión de una dignidad a individuos que antes no la tenían.
Martín Bianchi, entrevista a Javier Gomá Lanzón: "No estoy tan lejos de María Pombo. Leer libros no nos hace mejores", El País 01/12/2025
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