Bad Science.
No es infrecuente que personas inteligentes den crédito a
cosas extremadamente estúpidas. O, en otras palabras, que personas inteligentes
y cultas, algo que no siempre y en todo lugar va de la mano, hagan uso de la homeopatía,
utilicen imanes en sus zapatos para extraer energía de nuestro planeta, se aten
pulseras que atraen “energías” benéficas, crean que los aceites omega-3
originarios del pescado mejoran la inteligencia, o estén convencidas de que los
varones tendrán en el año 3000 unos penes notablemente mayores, por poner cinco
posibilidades de una lista que desgraciadamente es muy larga. Porque larga es
la lista de ciencia vudú. Con estas dos últimas palabras, el catedrático de
Física de la Universidad de Maryland Robert L. Park se refiere a todas estas
variedades de la impostura: “ciencia patológica, ciencia basura, seudociencia y
ciencia fraudulenta.”
Ben Goldacre [1]
es médico psiquiatra y autor de la columna semanal en The Guardian que lleva por título Bad Science. Precisamente este es el título que eligió para su
libro (Paidós, 2011): Mala ciencia.
Se trata de un libro de casi 400 páginas y realmente recomendable para toda
persona de izquierdas interesada en profundizar el conocimiento acerca de los
múltiples y lucrativos fraudes que, a veces en nombre de las “ciencias
alternativas” o directamente y de forma falsaria en nombre de la “ciencia”,
acechan a nuestro alrededor. Quizás también pueda interesar a una persona de
derechas que quiera profundizar el mencionado conocimiento, pero a buen seguro
que no se sentirá cómoda con muchas de las afirmaciones de Goldacre como ésta:
“En Kentish Town, un área principalmente obrera, la media de la expectativa de vida es 70. A dos millas de distancia se encuentra Hampstead. La media de la expectativa de vida allí es 80. Sin embargo, puedes ir andando de un sitio a otro en media hora. Esto es una desigualdad fenomenal. El tratamiento que hacen los media de los temas de salud es muy de derechas e individualista. Se trata del enfermo que merece serlo – eres lo que comes. Es el eco de viejas y perniciosas ideas acerca del pobre que se merece serlo.”
O esta otra:
“¿Quién lleva a nuestras pantallas el problema de la desigualdad social como factor de las desigualdades en salud?”
Ben Goldacre está, según confiesa, muy habituado a revisar
ensayos médicos. Por ese motivo también está muy entrenado en detectar errores en
dichos ensayos, así como exageraciones, minimización de riesgos, etc.
Especialmente preocupantes son aquellos casos completamente inútiles por haber
omitido alguno, varios o todos los requisitos necesarios para que un ensayo
resulte mínimamente correcto. Hay técnicas conocidas para evaluar la calidad de
estas prácticas. Así, la muy utilizada Escala Jadad valora del 0 al 5 el
cumplimiento o no de siete puntos del tipo: “¿Describen los autores el método
que han utilizado de aleatorización?”, “¿Utiliza el método doble ciego? (método
que se emplea en ciencia para evitar o prevenir resultados que pueden estar
influidos por el efecto placebo)”, etc. Cuanto más cerca del 5 esté un ensayo,
mayor calidad del mismo. Si está próximo a 0 se trata de un ensayo muy
deficiente y que difícilmente puede aportarse de crédito para algo. El
metaanálisis, un método muy valorado mediante el cual se agrupan todos los
ensayos llevados a cabo sobre un tema y se realizan determinadas operaciones,
es especialmente útil cuando ha habido bastantes ensayos, pero que tomados por
separado son poco concluyentes.
En homeopatía, cuando se han realizado metaanálisis, la
conclusión es meridiana: “la homeopatía no es mejor que el placebo”. Dicho de
otra manera, es tirar completamente el dinero invertido en cualquier remedio
homeopático. Quizás sea útil recordar que
cuando un remedio homeopático lleva la indicación “30C” se han completado 30
rondas de dilución, lo que significa que contiene menos de una parte por millón
de la sustancia original, lo que significa a su vez una dilución de 1060,
sí un 1 seguido de 60 ceros. Es una cantidad tan elevada que no estamos dotados
para hacernos fácilmente una cierta idea. Goldacre nos ayuda: “[I]magínense una
esfera de agua con un diámetro de 150 millones de quilómetros (la distancia de
la Tierra al Sol). Se tardan ocho minutos luz en recorrer esta distancia. Pues
bien, piensen en una esfera de agua de ese tamaño con una sola molécula de otra
sustancia en ella: eso es una dilución de 30C.” Realmente sería de 30,89C, como
el mismo Goldacre puntualiza, “para los más quisquillosos”. El gran mago y
desenmascarador de fraudes supuestamente científicos, James Randi, hace tiempo
que ofrece un millón de dólares (¡un millón de dólares!) a quien “distinga de
manera fiable un preparado homeopático de uno no homeopático usando el método
que desee.” Nadie ha reclamado la recompensa…
Aunque la homeopatía ocupa bastantes páginas de Mala ciencia, también son minuciosa y
despiadadamente derrumbados otros casos de ciencia vudú como la supuesta
correlación entre la vacuna triple vírica y el autismo, la liberación de
toxinas en barreños de agua, la gimnasia cerebral (ejercicios físicos complejos
que “potencian la experiencia del conjunto del aprendizaje cerebral”) y un
largo etcétera. Con buen criterio, Goldacre no se centra en ejemplos de ciencia
vudú (cabe recordar que no es una expresión suya) marginales, sino en casos que
en uno u otro país, o en varios, han gozado de mucha popularidad y, por ello
mismo, mueven muchos miles de millones de euros.
El autor de Mala ciencia
ha tenido que escuchar de boca de muchos impostores que “está al servicio
de la medicina oficial”[2] y de las
“multinacionales farmacéuticas”. Era de esperar, claro. Pero en ese caso las
acusaciones están tan mal dirigidas y mal fundamentadas que son simples
calumnias. Goldacre da muchas conferencias a estudiantes y profesionales de la
medicina. Precisamente, uno de sus títulos preferidos es “Las pamplinas de las
farmacéuticas”. En Mala ciencia podemos
encontrar datos e informaciones interesantísimos sobre la práctica de las
farmacéuticas. Por ejemplo: sobre cómo llega un fármaco al mercado, cómo se
inventan nuevas enfermedades, cómo se ocultan los efectos secundarios de los
ensayos, cómo publican repetidamente en distintas revistas los resultados de los
ensayos (así es más difícil detectar que se trata del mismo ensayo y de no de
media docena o más), cómo producen los grandes sesgos de publicación de
ensayos, cómo han intentado prohibir la publicación de datos no favorables,
etc. etc. Pero que las farmacéuticas cometan una multitud de irregularidades
cuando no directamente atentados a la salud pública, no significa tener que
pasarse a lo que muchos charlatanes nos ofrecen “a cambio”. No es la ciencia
vudú que contribuirá a impedir las barbaridades de las farmacéuticas sino
“entender un poco el funcionamiento de la evidencia empírica”.
El tratamiento periodístico de determinados fraudes tampoco
sale muy bien parado en el trabajo de Goldacre. Cuando se trata de noticias
espectaculares (normalmente fraudes como se descubre tiempo después)
relacionadas con la ciencia, no son los periodistas científicos los dedicados a
tratarlas sino los periodistas generalistas que habitualmente tienen una
preparación científica nula, pero que les cuesta admitir semejante evidencia.
Recordemos que Goldacre escribe regularmente en The Guardian y conoce de
primera mano los medios de comunicación. Quien escribe sobre números “tiene
también la responsabilidad de entenderlos”. Y muchos periodistas no los
entienden. Por ejemplo, la mala interpretación del fenómeno conocido como
“regresión a la media” [3]. O peor
si cabe: hay personas que no pueden entender que existan pocas probabilidades de
un acontecimiento y que acabe finalmente sucediendo. Esto puede hacer
sospechoso a alguien que desgraciadamente no tiene nada que ver con un asunto
determinado, como se documenta también en el libro. Es muy difícil que a
alguien le toque la lotería, pero cada semana le toca a alguien. O dicho con
las palabras del gran físico Richard Feynman:
“¿Saben una cosa? Esta noche me ha ocurrido algo de lo más asombroso. Venía hacia aquí, de camino a la conferencia, y crucé por en medio del aparcamiento. Y no se van a creer lo que sucedió: vi un coche con la matrícula ARW 357. ¿Se imaginan? De todos los millones de matrículas que hay en todo el Estado, ¿qué probabilidades había de que yo viera ésa en particular esta noche? Increíble…”
Esta parte del libro es especialmente instructiva.
El libro tiene como subtítulo: No te dejes engañar por curanderos, charlatanes y otros farsantes.
Son casi 400 páginas dedicadas a denunciar algunos de esos engaños.
Daniel Raventós, La distancia que separa la necedad del fraude es muy pequeña, Sin permiso, 28/04/2013
Notas:
[1]
Autor del que hemos publicados un artículo y una entrevista en Sin Permiso: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=822
y http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3185
[2]
Recomiendo el divertido, magnífico y muy serio vídeo de Tim Minchin: http://www.youtube.com/watch?v=3CqQvIZ_tnE&feature=youtu.be
Allá podemos escuchar afirmaciones del tipo: “¿Saben cómo se llama la medicina
alternativa que funciona? Se llama medicina”.
[3] Se entiende por “regresión a la
media” aquel fenómeno por el cual “cuando las cosas se hallan en sus puntos
extremos, lo más probable es que estén a punto de iniciar el camino de vuelta
hacia un punto medio”. Después de visitar a un homeópata (o a un telépata o a
un dispensador de “energías” o a un vaya usted a saber quién) por tener un
dolor en la espalda, puede que remita la gran molestia. Muy posiblemente este
dolor iba a remitir por “regresión a la media”. O, dicho en otros términos, no
captamos la mencionada “regresión a la media” y nos equivocamos de
causación.
Comentaris