La transhumanització pot ser el destí del gènere humà.
Henri V. Vallois |
Henri V. Vallois dice que en la hominización no es posible separar la
evolución somática de la evolución psíquica. Esto es parecido a lo que
nosotros hemos venido postulando sobre la integración de la hominización
como proceso determinante y la humanización como proceso funcional, en
la adaptación de nuestra especie a nuestro singular comportamiento
social a través de adquisiciones somáticas y exosomáticas.
Esta actividad creativa surgió y creció rápidamente a raíz del
reconocimiento del poder explicativo y predicativo de la Teoría de la
Evolución planteada por Darwin y Wallace a mediados del siglo XIX y
socializada en los años treinta del siglo XX, sobre todo, gracias a la
Teoría Sintética o Neodarwinismo promovido por Theodosius Dobzhansky,
Ernst Mayr y George G. Simpson, entre otros muchos. Esta teoría integra
paleontología, genética y otras disciplinas en la explicación de la
evolución y cómo se produce la diversidad entre los seres vivos del
planeta, basándose en la integración de las mutaciones y la selección
natural en un mismo proceso.
Lo que ahora nos hace humanos como especie es la obsesión por
conocer y la necesidad de pensar sobre lo que sabemos. Es en esta
ecuación que la humanidad se humanizará exponencialmente en el futuro,
para deshumanizarse y cambiar de fase evolutiva, pudiéndose modificar
somática y exosomáticamente a ella misma. De esta manera la
transhumanización, probablemente, sea un destino del género Homo.
Pasado y presente son construcciones espacio-temporales en las que
están contenidas las realidades que nos permiten evolucionar, también
involucionar, cuando las prácticas desafían de forma fatal las leyes y
no tenemos alternativas para modificarlas antrópicamente.
Dioses de nuestro destino
La visión humana generada a partir del saber científico y la
inferencia filosófica nos acerca a nosotros mismos y nos aleja de la
presión de la selección natural en una carrera difícil de poder detener.
Intentar sobrevivir a la muerte, pensar que ésta es un proceso
reversible o, en todo caso, ser capaces de frenarla o retrasarla, nos
impulsa día a día a convertirnos en dioses de nuestro destino. Lo
inimaginable se transforma en realidad y ésta forma parte de lo que es
inimaginable como estructura orgánica.
La quimera pasa a utopía y la utopía se convierte en práctica
empírica diaria, en centenares de laboratorios por todo el planeta, para
hacerse realidad futura.
Eudald Carbonell, Deseando conocer el pasado (2), Sapiens, 24/05/2013
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