Els 'escraches' no és quelcom exclusiu de l'espècie humana.
El experto en evolución humana Cristopher Boehm cree que el acoso está extendido por todas las culturas humanas,
desde las sociedades de cazadores recolectores preindustriales hasta la
actual moderna Japón tecnológica, lo cual supone una evidencia de su
carácter innato.
Otra prueba es que el acoso no es exclusivo de nuestra especie.
Ratas y ratones comienzan a usar la intimidación para obtener lo que
desean desde que son jóvenes. Pero también está presente en otros
primates además del ser humano. El primatólogo Robert Seyfarth ha
descrito cómo los babuinos utilizan a menudo la intimidación para modificar los comportamientos de otros u obtener recursos de ellos.
Estrategia intimidatoria
Si nos olvidamos del hecho en sí y lo analizamos como si no
supiéramos nada sobre las partes implicadas, comprobaremos que la
estrategia de presionar mediante la alianza de varios miembros que
adoptan una estrategia intimidatoria puede ser usada por diferentes
agentes de la sociedad: policía y ejércitos, grupos antisistema,
colegios profesionales, bancos, medios de comunicación, padres de
alumnos, lobbys empresariales y un larguísimo etcétera. Además, en
humanos, el acoso también se ejerce mediante el lenguaje.
De hecho, las pancartas y consignas que gritan los asistentes en este
tipo de manifestaciones son un elemento clave de la intimidación
psicológica.
En el caso de los escraches, sean estos convenientes o no, la
motivación que está en parte de sus protagonistas es la percepción de
que los políticos de todas las tendencias se han saltado algunas de las
reglas básicas del sistema pactado.
Hasta el momento, existen documentados y publicados tres sucesos en los que una coalición de chimpancés macho atacaron a otro macho de su grupo porque no seguía las 'reglas del grupo'.
Por ejemplo, Toshida Nishida registró la alianza de varios miembros de
la comunidad de chimpancés de Mahale con el objetivo de atacar y matar a un macho alfa muy mayor llamado Ntologi, el cual había sido excesivamente autoritario y agresivo en los últimos meses de su liderazgo.
En defensa del 'juego limpio'
Seguir las normas del juego es fundamental para la continuidad de nuestra especie ya que nuestro sistema social está basado en la cooperación. Sabemos por varios estudios científicos que nacemos con una predisposición a preocuparnos por las normas.
Es común observar en los patios de los colegios cómo los niños se
enfadan cuando un compañero se salta alguna regla del fútbol o
baloncesto. De hecho, una de las frases más utilizadas en esas edades
es: "¡eso no vale!".
Marc Bekoff, ha probado que también perros y coyotes siguen las reglas del 'juego limpio'. Estas especies, cuando juegan, si un individuo es demasiado bruto,
es expulsado de la sesión por el resto del grupo. Si esto se repite
demasiado, puede ocurrir que ejerzan una presión sobre él hasta que es
expulsado de manera definitiva. Un dato interesante es que estos
individuos viven menos años que el resto del grupo, ya que dependen de la cooperación de otros para cazar. En solitario es más difícil obtener alimento.
No importa allá donde observemos, desde la tribus bosquimanas del
Kalahari hasta los niños de las favelas de Brasil, que encontraremos
este tipo de comportamientos en los que un grupo o individuo utiliza
tácticas diseñadas para condicionar o coaccionar a otros. El acoso, para bien y para mal, es una estrategia social heredada de nuestros ancestros.
Pablo Herreros, Los escraches de la 'manada' indignada, Yo mono, 27/04/2013
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