Bye, bye, educació per a la ciutadania.
España es un país con una escasa tradición democrática, una débil sociedad civil, y una
raquítica cultura política. Resulta por ello sorprendente que este Gobierno, a
costa de una Ley que se denomina de “Mejora de la Calidad Educativa” (LOMCE),
decida suprimir la asignatura “Educación
para la Ciudadanía y los Derechos Humanos”, vigente en la actualidad.
El Gobierno toma esta medida contraviniendo, primero, la práctica
habitual en nuestro entorno europeo democrático, plasmada en la Recomendación
(2002)12, de 16 de octubre de 2002 del Comité de Ministros del Consejo de Europa que señala “que la
educación para la ciudadanía democrática es esencial para promover una sociedad
libre, tolerante y justa y que contribuye a defender los valores y principios
de la libertad, el pluralismo, los derechos humanos y el imperio de la ley, que
son los fundamentos de la democracia”.
Lo hace, también, desoyendo
la opinión del Consejo de Estado, que en su Dictamen
172/2013 sobre el proyecto de ley en cuestión manifiesta su desacuerdo por
la supresión de esa asignatura del currículum escolar, tanto en Educación
Primaria como en Secundario Obligatoria, argumentando que tal eliminación no
sólo contravendría numerosas recomendaciones en ese sentido del Parlamento
Europeo sino que situaría a los alumnos españoles en la extraña situación de ser los únicos de la Unión Europea que no cursarían una asignatura con valores cívicos.
Para empeorar las cosas, el Ministerio de Educación no sólo se
defiende con una respuesta que insulta a la inteligencia y el sentido
común (argumentando que los contenidos cívicos se impartirán “transversalmente”) sino que introduce
una asignatura denominada “valores
culturales y sociales” en Primaria que merece la reprobación del Consejo
por la elección del término “cultural” en sustitución de “éticos”. ¿Qué valores “culturales” son esos que se van
a impartir a nuestros hijos en sustitución de los éticos: los toros? Así pues,
el Ministerio no sólo se carga la educación por la ciudadanía sino que la
sustituye por una incomprensible asignatura donde se pretende hablar de valores
“culturales”. ¿Ha pensado el Ministro Wert que en su ceguera anti-cívica podría
lograr que en algunos centros se enseñara la poligamia?
Desconozco si el Ministro Wert se ha molestado en abrir algún libro de la asignatura “Educación por
la Ciudadanía”, pero me permito dudarlo. Como tengo hijos en edad escolar,
tengo delante de mí el libro de Primaria con el que se enseña a los
niños y niñas nacidos en los años 2002-2003. El libro (“Menudos Ciudadanos”,
de la editorial Alhambra – Longman) comienza con, ¡horror! La Declaración
Universal de los Derechos Humanos. Continúa, ¡espanto!, con la idea de “autonomía y responsabilidad” de los
seres humanos. Prosigue, “!increíble!”
con los conceptos de identidad, autoestima, dignidad y empatía. Le sucede, ¡ojo! una sección sobre la igualdad de
derechos entre mujeres y hombres. A continuación, plantea, ¡acabáramos!, los valores de respeto, tolerancia, solidaridad,
justicia y cooperación. También habla (subversivamente) de la participación como “deber” de los
ciudadanos y la considera “necesaria para lograr el buen funcionamiento de la
sociedad”. Por si esto no fuera suficientemente escandaloso, el texto prosigue
con la idea de “diversidad” (social, cultural y religiosa), y se atreve nada
menos que a adoctrinar a los jóvenes sobre el “respeto a los espacios comunes” y la necesidad de “comportarse con
urbanidad”.
También hay una sección sobre la Constitución española y la consiguiente explicación de las
instituciones del Estado, incluyendo las Cortes, la Monarquía etc. Y ya para colmo de atrevimiento el texto
se atreve a inculcar en las tiernas e inocentes mentes de 11-12 años que “debemos pagar los impuestos que el Estado
imponga para mantener los servicios que nos ofrece”. Concluye este
aquelarre doctrinario hablando de la ONU y de la “valiosa” labor de las Fuerzas Armadas españolas en el extranjero y
de la necesidad de respetar los límites de velocidad.
Gracias señor
Ministro por suprimir esta asignatura, lo que inevitablemente redundará en
una mejora de la calidad educativa. Dice el Consejo de Estado que todos los currículos de los países de
nuestro entorno: “incluyen como competencias claves para el aprendizaje
permanente la adquisición de competencias cívicas y sociales que garanticen
conocimientos, capacidades y actitudes esenciales en relación con la
democracia, con la justicia, igualdad, ciudadanía y derechos civiles, y su
formulación en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea y en declaraciones
internacionales”. Claro que, como siempre, Spain
is different.
José Ignacio Torreblanca, Deseducando a la ciudadanía, Café Steiner, 20/05/2013
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