L' època digital és una época de rendiment (Byung-Chul Han).
El Roto |
El futuro «hombre sin manos que teclea», el homo digitalis, no actúa. La «atrofia de las manos» lo hace incapaz
de acción. Tanto el tratamiento como la elaboración presuponen una resistencia.
También la acción tiene que superar una resistencia. Presupone lo otro, lo
nuevo frente a lo que predomina. Habita en ella una negación. Su a favor es a
la vez un en contra. Pero la actual
sociedad positiva evita todas las formas resistentes. Con ello elimina las
acciones. En ella dominan tan solo diferentes «estados de lo mismo». (De la
acción al tecleo, 24-25)
De lo digital no sale ninguna resistencia material que hubiera de superarse
por medio del trabajo. Así, de hecho, el trabajo se acerca al juego. Pero (…),
la vida digital, sin cosas, (…) quita al juego todo lo lúdico y lo convierte de
nuevo en trabajo. El jugador se dopa y se explota, hasta que se derrumba en
ello. La época digital no es una era de la musa, sino del rendimiento. El
«hombre que teclea sin manos» no es un homo ludens …. El juego mismo se somete
a la coacción del rendimiento. A la atrofia de las manos le sigue una
artrosis digital de los dedos. (De la acción al tecleo, 25)
El imperativo neoliberal del rendimiento trasforma el tiempo en tiempo de
trabajo. Totaliza el tiempo de trabajo. La pausa es solamente una fase del
tiempo de trabajo. Hoy no tenemos otro tiempo que el del trabajo. Y así lo
llevamos con nosotros también a las vacaciones, e incluso al sueño. Por eso hoy
dormimos inquietos. Los agotados sujetos del rendimiento duermen de la misma
manera que se duerme la pierna. Y la relajación no es más que un modo de
trabajo, en la medida en que sirve para la regeneración de la fuerza laboral.
La diversión no es lo otro del trabajo, sino su producto. Tampoco la llamada
«desaceleración» puede engendrar otro tiempo. También ella es una consecuencia,
un reflejo del tiempo acelerado de trabajo. Se reduce a hacer más lento el tiempo de trabajo, en lugar de transformarlo en otro tiempo. (De la acción al tecleo,
25)
Hoy, en efecto, estamos libres de las máquinas de la era industrial, que
nos esclavizaban y explotaban, pero los aparatos digitales traen una nueva
coacción, una nueva esclavitud. Nos explotan de manera más eficiente por
cuanto, en virtud de su movilidad, transforman todo lugar en un puesto de
trabajo y todo tiempo en un tiempo de trabajo. La libertad de la movilidad se
trueca en la coacción fatal de tener que trabajar en todas partes. En la época
de las máquinas el trabajo estaba ya delimitado frente al no-trabajo por la
inmovilidad de las máquinas. El lugar de trabajo, al que había que desplazarse,
se podía separar con claridad de los espacios de no trabajo. En la actualidad
esta delimitación está suprimida por completo en muchas profesiones. El aparato
digital hace móvil el trabajo mismo. Cada uno lleva consigo de aquí para allá
el puesto de trabajo como un campamento. Ya no podemos escapar del trabajo. (De
la acción al tecleo, 25)
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