De la societat laboral al precariat.

La sociedad salarial se caracteriza porque una gran mayoría de la población tiene una cobertura de derechos de seguridad social que están relacionados con su posición en el salariado. Para entender lo que es la sociedad salarial es necesario comprender el papel del estado social como pináculo de este sistema de protección. No tanto porque el Estado se haga cargo de todas estas facetas de la protección sino porque les da estatuto de ley.

A partir de los años setenta se comienza a hablar de la crisis. Al principio, al menos en Francia, no se le dio mucha importancia a lo que parecía una circunstancia pasajera provocada por la subida del precio del petróleo. Pero luego nos dimos cuenta de que habíamos entrado en un nuevo régimen del capitalismo. Habíamos llegado al final del ciclo del capitalismo industrial como una forma de acuerdo entre los intereses del mercado –la competitividad o la productividad– y los intereses del trabajo, que se relacionaban fundamentalmente con la protección. Éste es el compromiso que se rompió en un nuevo régimen del capitalismo gobernado por la competencia excesiva y la globalización. Según la ideología liberal, que sirve de portavoz al nuevo régimen, todas estas regulaciones de corte estatal son impedimentos para el pleno desarrollo de las fuerzas del mercado. La crisis de la regulación del capitalismo es también la crisis del estado social.

Otro punto importante para la comprensión de la crisis del estado social es que este sistema se daba en los estados nacionales que habían logrado unas posiciones inmejorables en la economía-mundo capitalista. La globalización ha acabado con la autonomía relativa de estos estados para sacar adelante sus políticas sociales. También es importante señalar que estos mecanismos sociales de los estados nacionales no han sido reemplazados por instancias de regulación transnacionales. La Europa social no es una realidad hoy por hoy, ni tampoco el FMI o el Banco Mundial tienen lo social entre sus prioridades. Es una situación poco confortable, los estados sociales nacionales han perdido poder pero, por otro lado, siguen siendo las únicas instancias políticas desde las que se puede intervenir sobre lo social.

La crisis que acabamos de describir se traduce en fenómenos como el paro de masas. El nuevo capitalismo no puede crear pleno empleo pero, al mismo tiempo, existe una fuerte presión desde instituciones como la OCDE para que todo el mundo trabaje, para que se constituya una sociedad de plena actividad. Todo ello acompañado de una intensa desconfianza hacia las condiciones de empleo tradicionales, que se consideran demasiado rígidas. Todo el mundo debe trabajar si no quiere ser tratado como un miserable asistido o un parado que defrauda al Estado, pero debe hacerlo sin ser exigente respecto a las condiciones de trabajo.

La hipótesis que cabe plantear es que la precariedad laboral ha dejado de ser una etapa previa a la entrada plena en un mundo del trabajo reglado y seguro para convertirse en una situación de larga duración. Estamos asistiendo al nacimiento de algo que podemos denominar el «precariado», la aparición de un estrato social que está fuera del salariado. En el siglo XIX había una frase que definía la situación de muchos trabajadores: «vivir al día». El estatuto del trabajo había servido para superar esa etapa de incertidumbre, pero hoy volvemos a ver un gran número de personas que no saben lo que va a pasar mañana.

Robert Castel, Las metamorfosis de la sociología crítica. Entrevsita de Isidro López, Minerva, Círculo de Ballas Artes de Madrid, nº 14, 2010
http://www.circulobellasartes.com/ag_ediciones-minerva-LeerMinervaCompleto.php?art=410

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