Fa la impresió que tot és tècnica.



La técnica, parafraseando a Ortega, se convierte en el tema de nuestro tiempo porque da la impresión de que todo es técnica. Incluida la política. ¿Acaso no se nos llenan los gobiernos de “tecnócratas”? ¿No deberíamos sustituir las elecciones democráticas por oposiciones a tecnólogo-presidente del gobierno? ¿No estamos “naturalizando” la tecnología como si ésta fuera la misma sustancia del mundo? La oposición entre natural y artificial parece desvanecerse. La técnica se ha convertido en la expresión del hombre masa y lo natural en algo a disposición de la técnica, en un recurso.

Hay lugar para un pesimismo, quizás exacerbado, quizás no, tal como insistió Jacques Ellul en toda su impresionante obra, en la que la técnica se convierte en un sistema omnipresente y omniabarcante. Nada escapa a un sistema técnico que va más allá de los dispositivos y que crea otro, la propaganda, capaz de justificar y oscurecer las decisiones éticas y políticas de los “usuarios”. El futuro resulta incierto y también amenazante: recuérdense los pronósticos del cambio global, la destrucción de especies, los planteamientos inverosímiles del crecimiento. Para revertir este pronóstico es necesaria, según Jonas, una ética de la responsabilidad que se apoye en virtudes tan poco practicadas como la prudencia y la humildad.

El futuro técnico, por otra parte, es eminentemente utópico y hace falta mucha propaganda para que en esta década del siglo XXI realmente lo aceptemos como posibilidad. O quizás la respuesta sea, según Sloterdijk, una mayor tecnologización de lo humano, abandonando de una vez por siempre el humanismo y convirtiéndonos en posthumanos conscientes. La ventaja de este consciente posthumanismo o hiperhumanismo es precisamente una integración en lo natural, en lo propio del ser humano, tan radical que el principal problema de la tecnología, la voluntad de dominio, desaparezca por completo y paradójicamente de lo humano.

Isidoro Reguera, Entre lo inhumano y lo hiperhumano: la técnica, Tormenta de ideas, 16/06/2012
http://blogs.elpais.com/tormenta-de-ideas/

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