El retorn de la cooperació.


En otros momentos de la historia tratar a alguien de “común” sonaba mal. Incluso olía a través de un tufo que nos invitaba a apartarnos. En cambio, ahora, es difícil hallar una palabra o un concepto más oportunos para expresar la paz que no tenemos. Frente al amor de lo doméstico, el crimen del vendaval, frente al fuego del hogar, la hoguera exterior flameada de desahucios. Frente al horror de las actuales diferencias el placer del parecido.

La exacerbación y su abigarramiento es hoy el signo viral de la catástrofe. Frente a los tiempos en que el lema más general consistía en lograr ser diferente, sea tuneándose, sea consumiendo, ha llegado el momento en que lo más grato, seguro y deseable es guarecerse en los grupos. Cualquier exclusividad se halla hoy muy cerca del delito y no de la identidad, más próxima a la injusticia que al fenómeno del lujo.

Ojalá, contra tanto depredador, llegara la revancha de la comunidad doblemente. Doblemente: la comunidad en cuanto fuerza de solidaridad justiciera y en cuanto plataforma de la probidad y los socorros recíprocos.

Pero, además, “lo común” constituye aquello a lo que podemos aproximarnos como ciudadanos benditos y enteros: sin miedo a ser detenidos por un guardia municipal o atacados por perros y esbirros de ciudades amuralladas. El sueño de la exclusividad ha sido la gran película del capitalismo de ficción y la realidad de todas las últimas y grandes estafas. (...)

A los años de falsificación y despilfarro, a la época de la injusticia y el incremento de las diferencias sociales, sigue este propósito de regresar a la armonía de la cooperación. Cooperantes unos y otros en la malla de un mismo tejido que vive y se desarrolla, se vuelve células madres y órganos trasplantables gracias a la fórmula de sus elementos. Filósofos, arquitectos, hombres de ciencia y de letras se proponen empezar pues en estas jornadas la tarea de ir instalando un modelo intelectual que lleve, en la práctica, no sólo a una sociedad mejor sino, física y espiritualmente, a una configuración más guapa.

Vicente Verdú, El perfume de lo común, El País, 16/06/2012
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/06/15/actualidad/1339789337_326942.html

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