El rescate no es un rescate, tralará, al modo en que el copago no es copago,
tralará, ni el aumento de la presión fiscal una putada, tralará. Por el mar iba
la liebre, tralará, por el monte la sardina, tralará, lo que demuestra que ni la
amnistía fiscal es una amnistía fiscal ni el martes, martes ni el domingo,
domingo, tralará. De hecho, el no-rescate este evoca esos mediodías
resplandecientes como boca de lobo, aunque también nos trae a la memoria
aquellos inviernos crudos de la infancia en los que el frío nos obligaba dormir
desnudos y con la ventana abierta, tralará. Hay momentos de la vida que remiten,
por su curiosa semejanza, a otros. Sacas, por ejemplo, del cesto de la historia
los telediarios de Urdaci, a punto, suponemos, de volver a la televisión
pública, y detrás de ellos aparece el NO-DO, como dos pares de cerezas
enganchados, tralará. Ahora que vamos despacio, tralará, lees una novela
picaresca española, y parece que estás leyendo la biografía del intachable
Dívar. El rescate no es un rescate, entre otras cosas, porque ya cuatro días
antes del mismo, y en sede parlamentaria, Rajoy proclamó públicamente, sin
ambages, que había encontrado un ciruelo cargadito de manzanas, tralará. Las
cosas han dejado de ser lo que son hasta el extremo de que, lejos de haber
recibido España oxígeno de Europa, signifique lo que signifique Europa, ha sido
España, signifique lo que signifique España, la que le ha administrado los
primeros auxilios a esos muertos de hambre, que todavía no nos han dado las
gracias, tralará. De modo que si usted temía que ese dinero, en lugar de
devolverlo quienes lo reciben, que son los mismos que lo robaron, íbamos a
devolverlo usted y yo, quíteselo también de la cabeza, tralará. Por el mar iba
la liebre, por el monte la sardina, por el monte la sardina, tralará, por el
monte la sardina…
Juan José Millás, Tralará, El País, 15/06/2012
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