Límits.
Wittgenstein |
Curiosamente, y a pesar de lo poco
que se parecen en alemán los términos “mundo” (Welt) y “mente” (Geist), es
bastante habitual encontrar la frase citada de esta otra forma: “Los límites de
mi lenguaje son los límites de mi mente”. Tanto si, en origen, la alteración se
debió a un lapsus involuntario, a un error de traducción o a una interpretación
tendenciosa, la mutación –el meme– ha tenido éxito y se ha reproducido con
profusión, lo cual no deja de ser significativo. Aunque, por otra parte, tampoco
hay que descartar la posibilidad de que el propio Wittgenstein dijera ambas
frases.
En cualquier caso, Einstein no habría estado del todo de acuerdo. Sobre su
propia actividad mental, dijo: “Las palabras del lenguaje, escrito y hablado, no
parecen desempeñar ninguna función en mis mecanismos de pensamiento; las
entidades psíquicas que parecen servir como elementos en mi pensamiento son
determinadas señales e imágenes más o menos claras que se pueden reproducir y
combinar a voluntad… En mi caso, los elementos mencionados son de tipo visual, y
algunos de tipo muscular”. Pero Wittgenstein habría podido replicar, llegado el
caso, que para que esas imágenes visuales y musculares se tradujeran en algo
plenamente operativo y comunicable, tenían que convertirse necesariamente en
lenguaje. A lo cual Einstein podría haber contrarreplicado que su pensamiento no
tenía por qué ser totalmente compartible, o que su mundo personal empezaba a
existir antes de verbalizarlo…
“Todo lo que se nombra existe”, dice un viejo aforismo vasco, y si el
universo es infinito, o si lo son los multiversos de alguna de las teorías
cosmológicas más recientes (ver Cosmología cíclica y La constancia
de las leyes), tan extrema afirmación sería literalmente cierta y Giordano
Bruno tendría razón. Pero ¿y lo que no se nombra, lo innombrable, lo que no se
puede nombrar? Solo algunos números irracionales, como Pi o la raíz cuadrada de
2, son nombrables, puesto que son literalmente innumerables (o sea, no
numerables), inconcebiblemente más infinitos que los infinitos números
naturales… Cuando Wittgenstein habla de los límites de su mundo, no está
hablando de los límites del mundo. ¿O sí?
Y hasta aquí hemos llegado (al
menos por ahora). Los límites (espaciales y temporales) de mi columna son los
límites de mi discurso. O viceversa. Y viceversa.
Carlo Frabetti, Los límites del mundo, Público, 25/12/2011
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