Què val una idea?
Steinmetz |
Steinmetz descubrió nada más llegar a Norteamérica que allí el socialismo
tenía un futuro tan aciago como esplendoroso era el de la electricidad. En el
dilema sobre la distribución de electricidad por corriente continua o alterna,
Steinmetz fue de los que dejaron claro que sólo había una solución: la alterna.
Su competencia matemática y técnica hicieron de él uno de los ingenieros
eléctricos más codiciados por las grandes empresas. Terminó, con toda lógica, en
un puesto destacado de la General Electric Company.
Los ingenieros de Ford andaban locos buscando el fallo persistente de unos
nuevos generadores eléctricos que amenazaban la producción. Ford apeló a la
General y le enviaron al que terminarían llamando “pequeño gigante”. Steinmetz
rechazó toda ayuda y pidió sólo un lápiz, un cuaderno y un camastro. Tras dos
días con sus noches calculando, pidió una cinta métrica, una escalera y una
tiza. Subió trabajosamente por la escalera apoyada en un generador, midió
cuidadosamente con la cinta y trazó una marca con la tiza en la carcasa. Ordenó
a su extrañada audiencia que a la bobina interna más cercana a aquella marca le
quitaran 16 espiras. El generador funcionó perfectamente. Cuando Henry Ford
recibió la factura de General Electric por 10.000 dólares firmada por Steinmetz,
estuvo conforme pero solicitó que la detallara un poco más. Y entonces surgió el
chiste que seguramente el lector ha escuchado en otras versiones. En la nueva
factura se desglosaba el coste: por hacer una marca de tiza, 1 dólar; por saber
dónde hacerla, 9.999 dólares.
Manuel Lozano Leyva, La marca de tiza, Público, 24/12/2011
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