La síndrome de Berlin.
El comportamiento de los 17 países que componen el euro se parece al de una
manada en la que el jefe no ejerce un liderazgo solidario e intimidador. En esta
situación, los mercados se comportan como los depredadores. Y lanzan ataques
sobre las presas más débiles. Pero a medida que estas van cayendo, se atreven
con otras, hasta llegar al propio líder de la manada.
¿Por qué Alemania es remisa a ejercer como jefe solidario de la manada y
utilizar su fuerza para intimidar a los depredadores? Hay varias razones.
La primera está relacionada con su incapacidad y falta de voluntad para
desarrollar ese papel de líder. El excanciller Helmut Kohl dijo en cierta
ocasión que Alemania era demasiado grande para ser un primus interpares,
pero demasiado pequeña para ejercer de líder. Estoy de acuerdo, tanto en cuanto
al liderazgo económico como político. Recuerden su renuncia a apoyar la
intervención en Libia.
Pero hay una segunda razón que tiene que ver con la visión alemana de
las causas y de los remedios a la crisis de la deuda. Esa visión alemana -de la
que participan otros países del euro- sostiene que el sobreendeudamiento y el
déficit son debidos a la prodigalidad de los Gobiernos y a la falta de
disciplina laboral de sus ciudadanos. Esta es una visión equivocada. Hay que
recordar una y otra vez que la madre del excesivo endeudamiento privado
de estos países ha sido un espectacular fallo del sistema financiero europeo,
liderado por la banca alemana y francesa. El caso irlandés es paradigmático.
El remedio que defiende la visión alemana es tan errado como su diagnóstico.
Alemania es contraria a ejercer de jefe de manada porque considera que lo mejor
no es ser solidario, sino dejar que la disciplina de los mercados obligue
a los Gobiernos y ciudadanos a hacer los deberes. Otro error. Mientras no
cambien las ideas que están detrás de esa visión alemana de la crisis, los
depredadores tienen el camino libre. Hasta llegar a convertir el problema de la
deuda en el problema del euro.
Pero quizá lo más intrigante es ver cómo esa visión es compartida por las
élites más influyentes de los países que están sometidos al castigo de los
mercados. Se está desarrollando un síndrome de Berlín, mediante el cual
las élites de los países
Antón Costas, El depredador, la presa y el jefe de la manada, Negocios. El País, 27/11/2011
http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/depredador/presa/jefe/manada/elpepueconeg/20111127elpneglse_6/Tes?print=1
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