Perspectiva: la tècnica d´enganyar l´ull.
La técnica de las imágenes tiene una larga historia. Aprender a pintar fue
sencillo: conservamos imágenes desde el Paleolítico de un realismo irrefutable.
Mucho más ardua fue la tarea de aprender el funcionamiento del ojo que ve las
imágenes y traducirlo en una técnica de engañar al ojo haciéndole creer que la
imagen es la realidad. En los comienzos del Quattrocento,
Brunelleschi y Alberti descubren el punto de fuga, la perspectiva lineal. A lo
largo de doscientos años, los pintores y los matemáticos convirtieron la
perspectiva en un instrumento esencial de representación. La pintura que
denominamos realista fue posible porque los pintores y los matemáticos
renacentistas lograron desvelar las claves mediante las que el ojo construye el
espacio tridimensional. (…) La historia de la perspectiva fue producto de la meditación
sobre el ojo más que de la observación de la realidad. Los pintores llegaron a
un dominio magistral del arte de representar en el plano un espacio tridimensional
reflexionando y descubriendo cómo el ojo es capaz de construir la profundidad
de campo en una imagen plana. (…)
Si la perspectiva había logrado una construcción naturalista de la imagen,
es decir, una construcción de la imagen que se aproximara a cómo nuestro ojo y
nuestro cerebro la reconstruyen, también se había hecho posible una nueva
intervención de las imágenes en la realidad humana: el ilusionismo. Quien
domina la creación de imágenes se halla en un lugar intermedio entre el mundo y
la mente, como la araña en la trampa que ha tejido para cazar incautos e
impregnar sus mentes de contenidos sin darles la oportunidad de discriminar la
fuente de la producción. Pensamos el ilusionismo, el trampantojo, como una fiel
imitación de la realidad, pero en realidad el ilusionista es un fiel imitador
de la mente, un ser que conoce mejor los senderos de la imaginación que la
realidad objetiva.
Fernando Broncano, La
melancolía del ciborg, Herder editorial, Barna 2009
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