El prefix "pre".
Entre parado y preparado no hay más que un prefijo, distancia que, si nunca
fue excesiva, con la crisis se ha reducido hasta extremos insoportables. De
hecho, ahora todos los trabajadores somos, en potencia, preparados. La
recomendación tradicional de los padres ("hijo, debes formarte para estar
preparado") ha devenido en una ironía sangrienta, igual que la expresión "jamás
hemos tenido una juventud tan preparada". En efecto, nunca hemos tenido una
juventud tan cerca de quedarse en el paro; la mitad de los que acaben sus
estudios este año se encuentran ya en situación de preparados. El significado se
desliza por debajo de las palabras con el sigilo de una sombra asesina. Estar
preparado, que en otro tiempo quiso decir haber estudiado dos carreras y cuatro
idiomas, significa hoy encontrarse en la situación previa al desempleo, en el
umbral del paro, en la frontera de la desesperación laboral. Ahora que habíamos
logrado vivir como si no fuéramos a morir nunca, vamos a la oficina con la
certidumbre de que nuestro empleo es la antesala del desempleo. Por eso hay
también más trabajadores prejubilados que jubilados y contribuyentes más
preocupados que ocupados. Hubo un tiempo, ¿recuerdan?, en el que el prefijo de
moda fue pos: nos encontrábamos de súbito en la posmodernidad, en la
poshistoria, en la era posindustrial o posanalógica. Parece mentira que un
cambio de prefijo implique un cambio tan grande de cultura. Ahora todo es más
premeditado que meditado, hay también más prejuicios que juicios y presentimos
las cosas antes de sentirlas. Perdido su prestigio el pos, nos hemos dado de
bruces con el pre. Pero no imaginábamos, la verdad, un pre tan duro, un pre de
premonición, sobre todo sabiendo como sabemos desde el principio de los tiempos
que no hay presentimientos buenos, pues no existen los profetas de la dicha.
Comentaris