Experiència, tècnica i ciència.
by Chardin |
Aristóteles se esfuerza en determinar dónde se sitúa exactamente la frontera
que separa el universo del conocimiento que pueden alcanzar los animales, y el
que pueden alcanzar los humanos. La experiencia es atribuida a ambos, animales y
personas. Sin embargo, antes de pensar que se trata de lo mismo en ambos casos,
es necesario determinar qué significa experiencia. Aristóteles afirma que la
experiencia procede de la memoria ("pues de múltiples memorizaciones de una
misma cosa surge finalmente la capacidad de una experiencia").
Empecemos por considerar la experiencia humana, es decir, la experiencia de
seres que (con independencia de la experiencia misma) se hallan determinados por
mediaciones conceptuales. Por ejemplo, yo reconozco a Calias, Sócrates y Menón
como respresentantes de la humanidad, lo cual implica que tengo este
concepto en mente. Y este conocimiento nada tiene que ver con la experiencia.
Pero ahora constato que Calias, tras haber ingerido determinada bebida, se
encuentra mal; luego, constato lo mismo en Sócrates, cuando finalmente también
Menón se siente indispuesto tras beber... gracias al hecho de que tengo memoria,
vinculo los tres casos y, eventualmente, evitaré beber, siendo así prudente
(phrónimos en el texto de Aristóteles).
Es de señalar que podría haber alcanzado el mismo grado de prudencia
si, en lugar de tratarse de tres individuos de la especie humana, la bebida
hubiera sido ingerida por un gato, un perro y un hombre, o incluso por
individuos de especies que no conozco en absoluto. Pues la experiencia
se reduce a establecer un lazo entre algo que sucede ahora y la misma
cosa que vuelve a suceder: la experiencia, nos dice Aristóteles, "es
conocimiento de individuos".
Como la experiencia es adquirida con independencia de las especies o géneros
que la generan, no necesito conocimiento de rasgos específicos con vistas a ser
un hombre de experiencia, no necesito teoría (theoría en
griego es usada por Aristóteles para expresar el conocimiento por
especificación). En consecuencia, el hecho de que los demás animales vivan sin
teoría no les impide en absoluto tener experiencia.
Una precisión a este respecto. La tesis según la cual los animales tendrían
una capacidad cognoscitiva reducida a, re-conocimiento de un
rasgo o signo por el que ya se ha sido previamente afectado, y con soporte
en una presencia que (por no aparecer como soporte material de forma o especie)
sería meramente individual no implica sostener que el animal no sea
susceptible de tener relación con tipos, de estar afectado por algún
modo de generalización. De hecho el propio re-conocimiento de un rasgo
que ofrece un individuo remite ya a una tipologización. Lo que se afirma es
simplemente que en esta tipologización del universo animal no entran en
juego conceptos, formas o especies.
Los expedientes lógicos de tal formación de tipos han de ser de otro orden y
han de afectar también al animal que nosotros somos. Mas en cualquier caso la
experiencia meramente animal no estaría perturbada por la intromisión de
rasgos eidéticos o específicos, lo cual inevitablemente ocurre tratándose de la
experiencia humana.
Cabría decir en tal sentido que para nosotros queda atrás la pura
experiencia, que la mera percepción es para el hombre subsunción bajo un
concepto. Nuestra experiencia funcionaría como la de los animales en la medida
en que aquello que en lo presente depende de lo conceptual resulta irrelevante,
no porque se de realmente una situación en la que nuestra percepción este libre
de concepto.
Tomemos de nuevo el caso de la indisposición de Sócrates, Calias y Menón.
Incluso si su común pertenencia a la especie humana no cuenta tratándose de
experiencia, es obvio que este conocimiento que tengo de que son humanos juega
algún papel subyacente. Cabe decir que este segundo registro perturba la
experiencia, la cual, para nosotros jamás es pura, como tampoco es pura la
percepción sensible.
Consideremos ahora la techné, palabra que tenemos múltiples razones
para traducir por arte, pero también por técnica. Una de las
razones de esta polaridad es quizás el hecho de que Aristóteles distingue
radicalmente entre un tipo de techné que apunta a objetivos prácticos,
y un segundo tipo que buscamos por sí misma, y que nada tiene que ver con las
necesidades de la vida. En cualquier caso, el principal rasgo de la techné
es el hecho de que implica siempre un juicio, es decir, la
capacidad de razonar (recordemos que la experiencia, en el caso de los animales,
es por definición un conocimiento sin juicio, ya que no lo tienen, al menos que
neguemos que la particularidad del hombre sea ser un animal racional, es decir,
de juicio... paso que, por cierto, algunos dan), y lo que es más: implica un
juicio que concierne a un conjunto unificado, una clase de entidades y no
meramente individuos:
"La techné surge cuando de múltiples nociones obtenidas por la
experiencia, se emite un juicio universal sobre una clase de objetos. Pues
juzgar que cuando Calias estaba enfermo de determinado mal, tal producto fue
bueno para él, por serlo para todas las personas de determinada constitución,
por ejemplo, los flemáticos o biliosos con fiebre... esto es materia de
techné".
Ahora debemos determinar cuál es la frontera conceptual entre la noción de
techné y la noción de epistéme, que se suele traducir por
ciencia. No hay problema alguno, si por ciencia entendemos esto
precisamente que dice Aristóteles. La diferencia entre la técnica y la ciencia
no reside, como a veces suele creerse, en que el científico sabría la causa del
asunto, mientras que el technités no se preocuparía de esto.
Aristóteles afirma explícitamente lo contrario, al escribir: "Pues los
hombres de experiencia saben que la cosa es así, pero no saben por qué, mientras
que los segundos (los hombres de techné) saben el porqué y la causa".
Ni siquiera podemos decir que la ciencia difiere de la techné por
tratarse de una actividad no subordinada, puesto que (como ya he indicado)
cierta modalidad de arte tiene su fin en sí misma. Parece que el arte y la
ciencia forman un continuo con determinados momentos de discontinuidad. Una vez
que la techné ha alcanzado su nivel superior (aquél en que se toma como
fin), el espíritu está en condiciones de abordar interrogantes que, de facto, no
tienen ningún lazo con la utilidad. Este es, para Aristóteles, el caso de
disciplinas como la observación de los fenómenos astronómicos, o las preguntas
naives sobre los orígenes tanto del universo como de nosotros mismos.
Como El físico Max Born se complacía en señalar, incluso en la época de
Copérnico la cuestión de la centralidad de la Tierra constituía un asunto
puramente teorético, sin lazo alguno con intereses económicos, ni en general
problemas prácticos. Y me atrevo a decir que la ciencia contemporánea, aunque
tenga enormes implicaciones en nuestra vida cotidiana, no responde esencialmente
a imperativos prácticos.
Víctor Gómez Pin, La técnica y el ser del hombre: del control del fuego a la medida cuántica X, El boomeran(g), 08/11/2022
http://www.elboomeran.com/blog-post/6/11334/victor-gomez-pin/la-tecnica-y-el-ser-del-hombre-del-control-del-fuego-a-la-medida-cuantica-x/
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