0,05 euros.
Uno de los hechos más desalentadores para los que disfrutamos con la
naturaleza es la omnipresencia de las basuras plásticas. Hace unos meses recorrí
muchos kilómetros en el interior de Marruecos. El campo, con sus pequeñas hazas
cosechadas a mano, los haces a lomos de burros, me recordaba la España de mi
infancia. Pero con una gran diferencia: por todas partes, incluso en los más
perdidos rincones, se advertían bolsas de plástico. Me ha pasado luego, en menor
medida, cerca de los escasos pueblos de Baja California Sur. Y lo vivo con
disgusto en la interminable playa de Doñana, libre de urbanizaciones pero
siempre sucia, por mucho que se limpie, pues el mar aporta cotidiana y
contumazmente los residuos plásticos vertidos en otros lares.
¿Por qué hay tantas bolsas de plástico abandonadas? Entre otras cosas, porque
apenas cuestan nada. En cualquier zoco marroquí te entregan tu compra en una
bolsa que no pagas, y te darán otra la próxima vez que acudas. ¿Por qué
guardarlas? Incluso donde nada sobra, las bolsas de plástico se desprecian. Hay
evidentes razones ambientales que tienen para la mayoría menos peso que las
económicas. Pero por muchos motivos hay que reducir el uso de estas bolsas. Me
gustó, pues, que la pasada primavera el Gobierno andaluz planteara un impuesto
sobre las bolsas de plástico de un solo uso no biodegradables.
Más me han complacido sus efectos en la gente. Admito mi irritación (contra
mí mismo) cuando voy a comprar y se me ha olvidado llevar una bolsa, lo que me
obliga a pagar 0,05 euros por otra. Pero constato que cada vez se me olvida
menos. Y contemplo satisfecho a mis vecinos que, como yo mismo, a la hora de
recoger su mercancía sacan la bolsa, o el saquillo, que traen de casa con ese
fin. Entiendo que al aprender a reutilizar las bolsas nos volvemos mejores
ciudadanos, e ingenuamente pensaba que cualquiera podía verlo así.
Por supuesto, admito el disgusto de los fabricantes de plásticos, que
denuncian como desgracia la previsible caída de la demanda (pero eso es lo
pretendido). Lo que no esperaba, sin embargo, es la ácida crítica al impuesto
planteada hace unos días por el líder andaluz de la oposición. Lo vi en
televisión. Eliminar ese impuesto, vino a postular, puede y debe hacerse, pues
es antisocial y negativo para la economía. ¡Por cinco céntimos de euro! Más que
sorprenderme, me asustó. Quizás nunca tan magro dinero educó a tanta gente, y lo
quieren quitar. ¿Hacia dónde vamos?
Comentaris