"Bona sort, mala sort, tot depèn"




Fábula taoísta: 

En una aldea china vivía un anciano campesino con su hijo. 

Su mayor posesión era un caballo de labranza. Un día se les escapó el animal, ante lo cual sus vecinos dijeron: «¡Qué mala suerte! Ahora ya no tienes caballo para trabajar», a lo que el anciano respondió con calma: «Buena suerte o mala suerte..., quién sabe». 

A los pocos días el caballo perdido regresó acompañado por una yegua salvaje. Con sorpresa y alegría, los vecinos comentaron: «¡Qué gran fortuna! Ahora tienes dos caballos», a lo cual el campesino, sin perturbarse, comentó: «¿Buena suerte?, ¿mala suerte?..., ya lo veremos». 

Poco tiempo después el hijo del campesino, intentando montar la yegua salvaje, se cayó, rompiéndose una pierna. Los vecinos exclamaron: «¡Ay, qué gran desgracia! Tu hijo está herido, y mientras guarda reposo y convalece no podrá ayudarte con las labores del campo». El viejo labrador respondió: «Mala suerte o buena suerte..., es difícil decirlo». 

Mientras el hijo se recuperaba del accidente, el país entró en guerra con un reino enemigo y todos los jóvenes del pueblo fueron reclutados, excepto el hijo del anciano que, al estar cojo, no fue llamado a filas. Los vecinos comentaron: «¡Qué bendición! Tu hijo se ha librado de combatir en la guerra», a lo que el anciano concluyó: «Buena suerte o mala suerte, todo depende».


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