Privatització de l’espai públic i desaparició de l’espai privat (Byung-Chul Han).
Privatització de l’espai públic:
El respeto constituye la pieza fundamental para lo público. Donde
desaparece el respeto, decae lo público. La decadencia de lo público y la
creciente falta de respeto se condicionan recíprocamente. Lo público presupone,
entre otras cosas, apartar la vista de lo privado bajo la dirección del
respeto. El distanciamiento es constitutivo para el espacio público. (Sin
respeto, 7)
Hoy, en cambio, reina una total falta de distancia, en la que la intimidad
es expuesta públicamente y lo privado se hace público. Sin distancia tampoco es
posible ningún decoro. También el entendimiento presupone una mirada
distanciada. La comunicación digital deshace, en general, las distancias. La
destrucción de las distancias espaciales va de la mano con la erosión de las
distancias mentales. La medialidad de
lo digital es perjudicial para el respeto. (Sin respeto, 7)
La falta de distancia conduce a que lo público y lo privado se mezclen. La
comunicación digital fomenta esta exposición pornográfica de la intimidad y de
la esfera privada. También las redes sociales se muestran como espacios de
exposición de lo privado. El medio digital, como tal, privatiza la comunicación, por cuanto desplaza de lo público a lo
privado la producción de información. (Sin respeto, 7)
Desaparició de l’espai privat:
Roland Barthes define la esfera privada como «esa zona del
espacio, del tiempo, en la que no soy una imagen, un objeto» (La cámara lúcida, Barcelona, Paidós,
1990, p. 48). Visto así, habríamos de decir que no tenemos hoy ninguna esfera
privada, pues no hay ninguna esfera donde yo no sea ninguna imagen, donde no
haya ninguna cámara. Las Google Glass transforman el ojo humano en una cámara.
El ojo mismo hace imágenes. Así, ya no es posible ninguna esfera privada. La
dominante coacción icónico-pornográfica la elimina por completo. (Sin respeto,
7)
Byung-Chul Han, En el
enjambre, Herder, Barna 2014
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