El primer repte de l'era de la Post-Humanitat.


Día tras día vemos en espacios como la Feria de las Vegas que la robótica avanza a pasos agigantados. Cada vez parece más cerca la posibilidad de tener una interacción "humana" con un robot, que con mayor o menor antropomorfismo; es decir más o menos parecido a un ser humano sí que parecen que han entrado en una espiral de mejora que producirá, entre otras cosas, al menos como apunta Raymond Kurzweil director de Ingeniería de Google en el País de las Tentaciones, que alrededor de 2020 los humanos habremos superado el test de Turing. Que según nos explica Wikipedia es una prueba de la habilidad de una máquina de exhibir un comportamiento inteligente similar, o indistinguible, del de un ser humano. 

Esta superación del test de Turing (que de hecho para muchos ya está superado), se produzca a través de los llamados "Chatbots". Es decir, como ocurría en la película HER, a través de un "sistema operativo" que hablaba con el protagonista provocando en este emociones, comportamientos y actitudes similares a las que le generaría hablar con una persona real. Quizás llegará un punto, tal y como apunta Kurzweil en el que seremos incapaces de determinar si estamos interactuando con un robot o con un humano. Y quizás también en algunos momentos y para algunas tareas (atención telefónica, gestiones, consulta a bases de datos, etc.) podamos pensar que puede ser hasta mejor (visto lo complicado que es a veces hablar con ciertas personas).

Pero realmente lo importante no es, o al menos no únicamente, que el ordenador, que irá montado en un robot sea más o menos inteligente, sino lo que eso nos haga sentir, las emociones que nos mueva. Es decir que nos alegre, enfade, entristezca, anime y que además esto pueda llevarnos a comprenderlo, odiarlos o enamorarnos de él. Sí, otra vez, como en la película HER.

¿Necesitaremos nuevas estrategias para gestionar las "emociones artificiales" de esos robots/boosts"? ¿Seremos capaces de vencer la tentación de dar consideración humana a lo que no es más que una herramienta tecnológica? El cine y las series de televisión vienen últimamente llenas del conflicto entre lo artificial y lo humano. Series como Humans juegan a difuminar los límites y en esa difuminación nuestros miedos y dudas encuentran refugio. 

Pero quizás no debamos preocuparnos. El profesor Jose Luis Cordeiro, uno de los fundadores de la Singularity University, le decía a Iñaki Gabilondo en su nuevo programa Cuando ya no esté, en el canal #0 de Movistar, que en el Parlamento Coreano ya se está trabajando para desarrollar normativa que garantice que los robots no abusen de los humanos y ¡los humanos no abusen de los robots!. Sabemos todos, que en los países asiáticos existe una cierta obsesión en crear robots lo más parecidos físicamente a los humanos posible. Y claro dirán...si tanto se parecen a los humanos... ¿no deberían tener derechos para evitar que abusemos de ellos?¿Cuál es ese nivel de parecido a partir del cuál ya se adquieren derechos?¿Cuando en palabras más llanas podemos pasar de máquinas a humanos? ¡Nunca! Dirán algunos. 

Quizás sea cierto. Pero entonces... ¿Porque hablamos de derechos humanos de elementos inanimados? ¿Deberíamos respectar los derechos de nuestro microondas? Quizás no, porque no "siente" o no es lo suficientemente "avanzado". Pero ¿Qué es sentir?¿Es eso lo que nos hace humanos?¿Sienten los robots como un humano?. Estas y otras cuestiones van a tener que ser debatidas en profundidad. Curiosamente una vez que los tecnólogos hagan su trabajo le tocará hacerlo a filósofos, sociólogos, psicólogos, y en general a todo aquel que tenga ganas de hacerse preguntas de difícil respuestas. La respuesta parece fácil pero hemos de tener en cuenta que ya tenemos entre nosotros los primeros "cyborgs" y que, antes que después, muchos de nosotros vamos a portar distintos tipos de prótesis, cada vez más tecnologizadas, monitorizables a distancia y tecnologicament más sofisticadas e "invisibles" para la mayoría.

Es más que probable que en pocos años la nanotecnología permita que se nos apliquen terapias que, por decirlo sencillo, van a implicar que toda una serie de "máquinas" entren en nuestro cuerpo. ¿Cuál es el punto de inflexión? ¿Qué nos deberían cambiar por una pieza articificial para dejar de ser humanos?¿El corazón?¿El cerebro? 

Claro que todo esto aún queda muy lejos. Pero estos días sin ir más lejos y sobre todo por poner un ejemplo de ayer mismo, se está hablando de Periscope, y de su versión "solapa" que va a permitir que cualquiera nos convirtamos en "robots vigilantes" de la vida de los demás y que podamos retransmitir, livestreaming lo llaman, no solo nuestra vida y obra, sino todos y cada uno de los pasos que demos. La pregunta es la siguiente: ¿Cuánto tardaremos en que se vean los primeros artefactos que convenientemente implantados en nuestro cuerpo nos permitan grabar y retransmitir sin el engorro de tener "periféricos" como el móvil o la cámara en la gorra?¿Seremos entonces ya una suerte de robots? ¿Perderemos nuestra "humanidad" si con nuestro comportamiento afectamos a otros? ¿Causaremos sufrimiento en aras de una suerte de extimidad compartida y una pulsión casi insaciable a compartir todo, de todos con todos? Imaginar los efectos que periscope y cualquier otra aplicación similar pueden tener si no se utilizan adecuadamente no es difícil.

Los ejemplos de usos inadecuados, ilegales, crueles, socialmente reprobables en ámbitos como nuestras relaciones íntimas, personales, pero también laborales y sociales ocuparían pantallas y pantallas. Es curioso que tal y como oí a un experto comentar en La Ser los humanos tendamos cada vez más a robotizarnos y deshumanizarnos (y para eso no nos hacen falta implantes) y en cambio a algunos preocupe tanto que los robots tengan cada vez más apariencia humana. Entiendo perfectamente los comentarios de Iñaki Gabilondo en el programa citado cuando en un momento determinado parecía alegrarse de que por pura biología se iba a "perder" algunas de las cosas que José Luis Cordeiro de la Singularity University le planteaba. Sin duda la generación de los que ahora son niños van a tener un gran reto, otro más en la historia de la Humanidad, o quizás el primero en la era de la Post-Humanidad.

Manuel Armayones Ruiz, Yo Robot (¿O tú?. ¿O nosotros?), Blogs Investigación y Ciencia 21(03/2016

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