L'actitud científica dels filòsofs jònics.
Este primer paso fue de una
importancia suprema, con independencia de la adecuación de las explicaciones
efectivamente presentadas. Creo que es correcto afirmar que se trataba de una
completa no vedad. Los babilonios y los egipcios, por supuesto, conocían mucho
sobre las regularidades de las órbitas de los cuerpos celestes, particularmente
en lo que atañía a los eclipses. Pero los contemplaban como fenómenos
religiosos, lejos de buscarles explicaciones naturales. Y se hallaban
ciertamente muy lejos de una descripción exhaustiva del mundo en términos de tales
regularidades. La incesante interferencia de los dioses en los acontecimientos
naturales en los poemas de Homero, los repelentes sacrificios humanos narrados
en la Ilíada, ilustran en términos generales lo ya dicho. Pero para reconocer
en el original des cubrimiento de los jónicos la creación por primera vez de
una perspectiva científica, no necesitamos contrastarlos con quienes los precedieron.
Los jónicos tuvieron tan poco éxito en la erradicación de la superstición que a
lo largo de los siglos y hasta nuestros mismos días no ha habido época que se
haya desembarazado completamente de ella. Con esto no me estoy refiriendo a las
creencias populares, sino a la oscilante actitud incluso de auténticos grandes
hombres, como Arthur Schopenhauer, Sir Oliver Lodge o Rainer Maria Rilke, por nombrar unos pocos. La actitud de los
jónicos se mantuvo viva con los atomistas (Leucipo,
Demócrito, Epicuro, Lucrecio) y con los científicos de la escuela de
Alejandría, aunque en diferentes sentidos, porque, desgraciadamente, la filosofía
natural y la investigación científica en los últimos tres siglos a.C. se
separaron tanto como en los tiempos modernos. Tras esto la perspectiva
científica fue muriendo gradualmente, cuando en los primeros siglos de nuestra
época el mundo comenzó a interesarse cada vez más por la ética y aspectos
extraños de la metafísica, y a despreocuparse por la ciencia. Hasta el siglo XVIIi
la actitud científica no recobró su importancia. (pàgs. 79-82)
Erwin Schödinger, La
naturaleza y los griegos, Tusquets Editores, Metatemas, Barna 1997
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