Costa Concordia, una metàfora de l´actual crisi.
Nos dijeron que era imposible que nuestra banca tuviera problemas; que, de
tenerlos, era imposible que hubiera víctimas; que, de haberlas, las primeras
serían sus directivos. Pero nuestra banca tuvo problemas, hubo víctimas y los
directivos fueron los primeros en abandonar la nave con indemnizaciones
millonarias. La diferencia entre un asunto y otro es que el capitán del Costa
Concordia está preso mientras que los capitostes de los bancos encallados o
hundidos se encuentran en paradero desconocido, disfrutando del dinero que se
llevaron al tiempo de gritar sálvese quien pueda.
Dinero de nuestras comisiones, claro, pero no solo de ellas. Durante los
llamados años de bonanza vendieron productos bancarios incomprensibles a
personas que confiaron en el director de la sucursal de su barrio y que ahora
han perdido todos sus ahorros; concedieron a sus clientes más vulnerables
créditos que no podrían devolver a sabiendas de que no los podrían devolver,
prevaricando hasta el paroxismo, signifique lo que signifique paroxismo;
sobrevaloraron los inmuebles por los que se otorgaban las hipotecas,
infravalorándolos luego a la hora de ejecutarlas. Realizaron, como el capitán
del Costa Concordia, todas las maniobras desaconsejadas por los manuales
de navegación y fueron los primeros en ocupar los botes salvavidas. Fiscales,
jueces, defensores del pueblo, ¡suban a bordo y hagan algo, coño!
Juan José Millás, Desgobierno, El País, 20/01/2012
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