La melancolia del ciborg.
Cuando el ciborg cambia de contexto, las señales,
los índices y los iconos, los signos y los símbolos ya son otros y no es capaz
de seguir las viejas huellas, de encontrar los senderos de vuelta, el ciborg no
se orienta en el viejo mundo ni puede recuperar las posibilidades perdidas. Los
contextos en los que ha evolucionado la humanidad han estado formados
básicamente por affordances producidas
por la técnica, por percepciones de lo que puede ser o llegar a ser. El ciborg
las capta como indicios naturales a los que puede acceder gracias a sus
prótesis. Imaginemos un mundo en el que nuestros congéneres viviesen en las
alturas y se moviesen por el aire, en alas delta o medios similares. Las
corrientes de aire, los leves cambios de temperatura de aire serían para ellos
signos de nuevos senderos que seguir, oportunidades para moverse. La piel se
haría sensible y descifraría mensajes que para los humanos comunes son ahora
meros ruidos en el aire. No es otra cosa lo que ocurre a quien llega de nuevas
a la gran metrópoli y se siente perdido en una selva de símbolos que le marean
y que es incapaz de descifrar. Al cabo de un tiempo aprende el lenguaje, la
escritura, los ritmos y los ruidos, y la ciudad se hace transparente y llena de
affordances. (nota 7, pág. 24)
Fernando
Broncano, La melancolía del ciborg, Herder, Barna 2009
Comentaris