Racionalitat ecològica vs racionalitat maximitzadora
Para entender lo que pasa aquí hemos de situarnos en un plano muy básico, ontológico. El Mito del Progreso tal y como se configuró con la Modernidad europea, y especialmente en el siglo XIX, está asociado a una concepción del mundo muy concreta: la imagen mecanicista del mundo, cartesiana-newtoniana, que nos incita a pensar en el cosmos (y en todas sus criaturas) como mecanismos gigantescos, una suerte de gran reloj universal que contiene infinidad de máquinas más pequeñas. La idea de progreso lineal impulsado por los avances tecnológicos y el crecimiento económico está asociada con aquella inadecuada ontología, y con la reductiva antropología del Homo economicus (sobre esto han escrito en nuestro país mucho y bien economistas ecológicos como José Manuel Naredo y Federico Aguilera Klink).
Pero si partimos de una ontología más adecuada, una donde el concepto básico sean los sistemas complejos adaptativos, vamos a llegar a una visión mucho más matizada del progreso. Desde los años cuarenta del siglo XX se gestó, en efecto, un cambio de perspectiva científica de enorme trascendencia. Por decirlo en dos palabras, la visión mecanicista centrada en relaciones lineales de causa-efecto se vio desafiada por el enfoque cibernético y sistémico sensible a las realimentaciones (feedback). Y en ese mundo de sistemas y realimentaciones (que es el mundo real), sabemos que al intentar maximizar una variable típicamente deprimimos otras (de ahí el “tiro por la culata” del retroprogreso). No nos hallamos dentro de un “mundo-máquina”, una suerte de laboratorio/ fábrica gigantesco donde todo parece predecible y controlable, sino en una biosfera intrincadamente compleja, con redes de causa-efecto a veces inescrutables, con sorpresas sistémicas, efectos de umbral, irreversibilidades y sinergias múltiples.
Maximizar tiene sentido, básicamente, para las máquinas; no para los organismos ni para los ecosistemas. De forma más general, no tiene sentido para los sistemas complejos adaptativos, con características como: no linealidad, propiedades emergentes, efectos de umbral, retrasos entre causas y efectos, irreversibilidades... La racionalidad maximizadora (que caracteriza a la tecnociencia y a la economía capitalista contemporánea, y sobre la que se apoya el Mito del Progreso) choca contra lo que de manera provisional podemos llamar “racionalidad ecológica”
Jorge Riechmann, Bailar encadenados, epílogo, Barcelona, Icaria 2023
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