Els mercats no poden ser lliures. Només les persones poden ser lliures.
Si libertarismo significa que la libertad es el valor de los valores, yo soy libertario. No obstante, tal y como se formula comúnmente en Estados Unidos, el libertarismo es una ideología de sumisión al inexistente "libre mercado" basada en contradicciones y mentiras.
Según los libertarios, el "libre mercado" defiende la libertad. De ahí se desprende que si existe algo que el mercado no defiende, ese algo no es la libertad. Si el mercado no protege un determinado derecho, se supone que nosotros tenemos que reconocer que eso no es un derecho.
Cuando los libertarios argumentan que los mercados defienden la libertad, en realidad quieren decir que los seres humanos tienen el deber de defender los mercados. En un "libre mercado", la libertad se define como el derecho de las cosas a circular sin impedimentos por parte de los seres humanos, que se definen como barreras, o como entes con deberes para con las cosas. Es necesario negarles a los seres humanos la libertad de cambiar la forma en que funciona el capitalismo, y esa negativa debe etiquetarse como "libertad", Así pues, en un "libre mercado", la política parte de la opresión orweliana.
El "libre mercado" existe únicamente como un eslogan para tapar unas contradicciones sin sentido y para justificar el matonismo político. En el mundo no hay nada parecido a un "libre mercado", ni puede haberlo. El capitalismo menos las normas y las leyes es una conquista homicida. Si alguien invade tu país, te quita tu casa, esclaviza a tus hijos y pone a la venta tus riñones, es la magia del mercado sin reglas manos a la obra.
Los mercados no pueden ser libres. Sólo las personas pueden ser libres. La libertad es un valor humano. Sólo puede ser reconocido y buscado or los seres humanos. No hay sustituto de la libertad, ni forma de delegarla. Desde el momento que delegamos la libertad, en el mercado o en cualquier cosa, se convierte en sumisión. Cuando las personas renuncian a la palabra libre, la libertad desaparece de sus vidas.
Lo más fundamental para el libertarismo es su oposición a la solidaridad. Nos recomienda actuar de forma egoísta en todo momento, y nos consuela con la idea de que esa conducta dará lugar al bien de todos. La competencia puede ser una cosa muy buena, como práctica dentro de unas reglas apoyadas en una normativa. Sin embargo, incluso Adam Smith, el más célebre de todos los pensadores sobre el mercado, comprendía que la competencia funciona sobre la base de unas virtudes que no genera ella misma. La libertad proviene de nosotros, no de los mercados; y sin esa libertad que proviene de nosotros, los mercados funcionarán mal.
Timothy Snyder, La no libertad libertaria, La maleta de Portbou nº67, noviembre/diciembre 2024
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