El 68 va tenir un problema d'hybris
Mayo del 68 introdujo una flexibilidad en las relaciones sociales y humanas que era inimaginable. Sin Mayo del 68, para realizar esta entrevista, usted y yo llevaríamos corbata. Francia se desprendió de los últimos despojos del siglo XIX, del moralismo católico y su glorificación del dolor. Surgió una mentalidad hedonista y se dejó de sentir el peso de los muertos. La sacralidad y la verticalidad del Estado fueron puestas en duda. Es absurdo que ciertos líderes prometan liquidar la herencia de Mayo del 68, porque ya está integrada en lo que somos. Incluso sus mayores detractores, como Nicolas Sarkozy, llevan la marca de Mayo del 68 en su forma de hacer política y de vivir.
No hay que confundir el valor del 68 como catarsis social, que era necesaria y en la que yo participé, con su herencia. El 68 tuvo un problema de hibris, de desmesura. Esas reivindicaciones se convirtieron, pasada la revuelta, en valores absolutos. La exigencia de autonomía de la sociedad respecto al Estado y del individuo respecto al grupo, que eran legítimas, se transformó en una desconfianza sistemática respecto a la delegación de poder, fundamento de la democracia representativa, en una sospecha permanente ante cualquier forma de jerarquía y autoridad…
Es malo para quienes creemos en el Estado de derecho. Es verdad que la capacidad de autocrítica es un factor decisivo de la democracia moderna. Pero Mayo del 68 pidió otra cosa: una sociedad sin reglas. La fantasía de la democracia directa que vehiculaban las reuniones en círculo no era operacional y el 68 terminó en un impasse. Se atacó un ethos común previo que no era perfecto y que merecía ser revisado, pero se arrasó con todo y no se construyó nada en su lugar. Las generaciones posteriores han crecido sobre un campo de ruinas.
Álex Vicente, entrevista a Jean-Pierre Le Goff: "Mayo del 68 tuvo un problema de desmesura", Babelia. El país 07/05/2018
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