L'hivern de les idees.

El Roto
Qué tiempos aquellos en los que Baudelaire anunciaba, con cierta solemnidad y mucha melancolía, que había tocado el otoño de las ideas. Pero entonces el pensamiento estaba lejos del grado cero. La decadencia se hallaba en su primer período, el que sucedía al largo estío de las ideas. Era el otoño, sólo el otoño.

Ahora estamos en el invierno. No un invierno bajo cero. Ahora estamos en un invierno a cero grados. Las ideas congeladas llenan los mercados. Pero las ideas congeladas nunca llegan lejos. Viajan de frigorífico en frigorífico, hasta que se desintegran en cualquier estómago.

Cuando los poderes económicos y políticos buscan el grado cero del pensamiento empiezan por ridiculizar a los intelectuales, que durante buena parte del siglo pasado encarnaron el pensamiento en todas sus variantes.

En momentos así hasta en culturas como la francesa se pone de moda la anti-intelectualidad, y los nuevos escritores utilizan como clave publicitaria su "no intelectualidad".

Es una forma pintoresca de avanzar hacia el grado cero. Lo más cómico de llegar a esa grado del frío y la nulidad es constatar lo grotescamente pintoresco que se vuelve el mundo. De pronto ya todo es kitsch y uno siente que no queda ni un solo lugar en el mundo donde poder refugiarse del imperio del mal gusto.

¿Occidente ya estuvo otras veces en el grado cero del pensamiento? ¿El grado cero del pensamiento tiene algo que ver con el abismo?

Es extraño el miedo a pensar, tan extraño como el asco a pensar. La droga que provoca esa cobardía se llama en buena medida política. Todas las políticas, desde las más amables a las más agrestes, evidencian ese miedo que es casi peor que la muerte.

Y da la impresión de que siempre que las sociedades han descendido hasta el grado cero andaban buscando el abismo. Y aquí de nada sirve la experiencia histórica. Con regularidad espantosa, la cultura más civilizada de la historia no duda en entregarse periódicamente a tenebrosos aquelarres.

Se está llegando al grado cero del pensamiento porque los poderes buscaban esa degradación profunda del mapa del mundo. La buscaban Europa y América: la buscaba Occidente.

Una cultura urbana y manufacturera de casi tres mil años buscando el grado cero del pensamiento. ¿No es para dudar de todo, del proyecto humano en sí, de su pasado y su futuro?

La decadencia empieza a ser un asunto serio porque va en serio. Los poderes obligan a las masas a vomitar memoria. Ya no quieren recordar. Quieren regresar al lugar de la inocencia. ¿De qué inocencia?

No se puede esperar inocencia de una cultura tan larga. No se la debe buscar. Hay etapas que quedaron atrás hace mucho tiempo. La edad de la inocencia, por ejemplo, hace tanto tiempo que quedó atrás para nosotros.... En realidad esa edad se quedó en el Renacimiento.

¿Se podría hablar de un cansancio histórico? ¿Occidente estaría históricamente cansado? Tampoco parece ser esa la causa de nuestra tendencia al descenso. Ahora la historia no pesa, porque en cierto modo se ha volatilizado. No es que haya desaparecido; está ahí, pero cada vez más difuminada y a punto de disiparse. El que hoy diga que le pesa la historia no está bien de la cabeza.

Ahora mismo la historia pesa menos que el aire, si bien no por eso se ha vuelto trasparente, y si estamos llegando al grado cero del pensamiento no es ni por condensación de memoria ni por cansancio histórico, es por otra cosa.

El grado cero del pensamiento tiene su luz, su forma de iluminar, su punto de vista. No sacraliza nada... ¿Nada? En realidad sí: sacraliza la banalidad. El punto de vista de la banalidad se convierte así en la mirada de Dios.

Cuando una cultura se postra ante el dios de la banalidad y lo mira todo desde su óptica bien podemos decir que es una cultura anulada, casi una cultura muerta.

¿El grado cero del pensamiento genera arrogancia? En América sí, y ahora mismo también en Europa. El grado cero del pensamiento suele tener la forma política de la arrogancia.

Cuando el individuo deja de pensar se vuelve arrogante, no antes. El pensamiento conduce a la humildad. Pero el grado cero del pensamiento no conduce a nada que no adopte la forma de la arrogancia, y ahora esa arrogancia está una vez más representada por las finanzas, y si por ellas fuera habríamos ya llegado al grado cero de la política.

Jesús Ferrero, ¿Estamos ya en el grado cero del pensamiento?, El Boomeran(g), 13/04/2015 

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