El superhome nietzscheà no és Clark Kent.
La octava sección de la serie “Para todos la filosofía”, en Para todos la 2, ha sido “El Superhombre” (retransmitida el 26/11/2014).
El superhombre que todos conocemos es Superman. La publicidad decía: “¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, es Superman”.
Pero antes de que Superman volara por los aires y rescatara a seres indefensos, ya había aparecido en los libros de Nietzsche “el superhombre”. Es difícil no pensar en una especie de Superman cuando oímos hablar de “el superhombre” de Nietzsche. ¿Porque se parecen quizá?
En realidad sólo tienen en común el nombre. Y ni siquiera. Nietzsche no dice exactamente “superhombre” sino “superhumano” y en lo que está pensando es en aquello que supera lo humano. En cambio, Superman es supernormal: un periodista, Clark Kent, normalísimo, que tiene poderes. O lo que haría un individuo normal que tuviera poderes.
Nietzsche piensa que lo humano tiene que ser superado porque el común denominador de la vida de los humanos es que esté asentada en la moral de rebaño y del resentimiento.
En general a los humanos les gusta vivir en rebaño, haciendo lo que los demás hacen, siendo acogidos por los demás en el seno del rebaño. Sus valores están basados en el resentimiento: necesitan establecer bien claro lo que no son, o aquello contra lo que ellos son. No son vidas creativas, ni alegres.
Es ridículo pensar que los nazis eran superhombres en el sentido en el que Nietzsche empleaba esta palabra. Los nazis no superaban lo humano sino que lo llevaban a su máxima exageración. Eran supernormales: eran un rebaño cuya negatividad estaba dirigida contra los judíos. Sus alegrías eran fruto del resentimiento. Supieron destruir, no crear.
Si queremos tener algún ejemplo de lo que es “el superhombre” o “lo superhumano” de Nietzsche hay que pensar que “superhumano” es más bien una cualidad de las acciones y no una identificación de este o aquel individuo. No hay superhumanos, sino acontecimientos, momentos, superhumanos.
Hay que poner los ojos sobre los creadores en cualquier territorio, en el arte, en la política, en la ciencia. Todo creador ha tenido que afirmarse a sí mismo, separarse del rebaño, creer en su propia potencia, avanzar con entusiasmo sin preocuparse de los demás. Picasso, Virginia Woolf, Nelson Mandela..., todos ellos han hecho algo que ha superado a la humanidad.
Y la humanidad necesita gestos superhumanos. Paradójicamente en los últimos cien años muchas mujeres, conocidas y anónimas, han sido “superhombres”, han superado los límites del rebaño y no han luchado contra los hombres, no se han movido por el resentimiento sino por afirmación de ellas mismas.
Maite Larrauri, Para todos filosofía (8): "El suprehombre", fronteraD, 09/01/2015
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