Francesc Pi i Margall: L'ensenyança (1893).
Francesc Pi i Margall |
Comprenderíase este absolutismo, si en todas partes tuviesen los
ciudadanos medios de vencer su ignorancia y llegar al conocimiento de
las leyes. Sería indispensable para esto que el Estado no perdonase
sacrificio por abrir escuelas aun en el último rincón de la Península, y
en todas estableciese como obligatoria la enseñanza de los principios
fundamentales del derecho. […]
¿Por dónde ha de ser responsable persona alguna de la violación
de leyes que no conozca ni pueda conocer por su ignorancia? Aun cuando
sepa leer, si carece de toda instrucción jurídica, ¿será justo obligarla
á que sepa ni entienda nuestras complicadas leyes? […] En países bien
regidos, ¿habría de ser tan difícil corregir esta falta?
La falta grave, sin embargo, no está aquí; está en lo deficiente
y lo poco extendida que entre nosotros se encuentra la enseñanza.[…]
Olvida por completo el Estado la primera enseñanza. A lo sumo se permite
dictar órdenes y decretos, casi nunca cumplidos, para que las
Municipalidades no dejen de pagar á los maestros. Se considera con
derecho á meter la mano en todos los servicios; no quiere sobre sí el de
las escuelas primarias. […]
Es aquí pródigo el Estado para lo superfluo; avaro y mezquino
para todo lo que puede elevar la cultura y hacer la felicidad de los
pueblos. […] Ira da ver lo que para los gastos de material presupone; ni
Academias, ni Museos, ni Bibliotecas, ni Archivos, ni Escuelas
especiales, ni Institutos, ni Universidades disponen de fondos
suficientes para cumplir sus fines. Cortas eran ya las asignaciones, y
se ha permitido reducirlas. Por este sistema, no nos cansaremos de
repetirlo, vamos á la inanición, á la ruina. […]
Francisco Pi y Margall, La enseñanza (1893), Ara, 06/04/2013
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