Dones ...
Un día coincidí con un sacerdote en un programa de televisión debatiendo los
dos sobre los derechos de la mujer. Cuando le pregunté si el hecho de que san
Pablo hubiera dicho que la mujer ha de estar sometida al marido, junto con la
prohibición de ser ministra de dios que establece la iglesia, no debía
interpretarse como que la iglesia considera inferior a la mujer, respondió que
en absoluto, que lo único que quería era protegernos.
Lo mismo que el actual
ministro de Justicia y bien mirado que todos los que creen que la
mujer es tan débil que hay que considerarla inferior, aunque lo
nieguen. Tal vez no defienden esa inferioridad con la arrogancia de los padres
de la iglesia durante los quince primeros siglos de su existencia, o los que
tuvieron que votar en el Concilio de Trento para decidir si teníamos o no
teníamos alma, pero al fin convencidos todos de que las mujeres no podemos gozar
de nuestros derechos sin ayuda, porque no es que seamos inferiores, dirán para
defenderse, sino que necesitamos del hombre para ser "más mujer".
Sí, ya he leído la interpretación que dan hoy los exégetas sobre ese asunto
del alma de la mujer en el Concilio de Trento para negar lo que realmente
ocurrió, dicen otros, es decir que "el primero de diciembre de 1563, tras largas
discusiones teológicas y por un voto el concilio de Trento decretó que
la mujer tiene alma". Gracias. Que sea verdad o una simple
interpretación posterior nos da igual.
Estamos acostumbrados a ellas, no hay más que recordar una de las más
famosas, la que entiende que lo que dijo Jesús sobre que "más difícil
es que un rico entre en el Reino de los Cielos que un camello pase por
el ojo de una aguja", no quiere decir que Jesús se refiriera al ojo de una
aguja como tal sino al ojo de un puente donde le cuesta al camello pasar por
debajo debido a sus jorobas, según interpretación de la iglesia.
El caso es que de un modo u otro se debatió si teníamos alma. Y nos
la concedieron antes que a los indígenas del nuevo mundo que tuvieron
que esperar no se sabe cuánto, porque de esto tampoco hablan. Y es que desde
siempre, y las cosas no parecen haber cambiado tanto no al menos para nuestro
flamante ministro de Justicia, todos nos quieren proteger porque en el fondo
les da miedo que gocemos de los derechos que nos corresponden, los que nos
permitirían decidir por nosotras mismas lo que queremos hacer con nuestra vida
y con nuestro cuerpo que es solo nuestro.
Están tan acostumbrados a considerar que tenemos un cuerpo que solo
les pertenece a ellos y que con él pueden hacer lo que les de la gana,
les es tan cómodo que estemos a su servicio como madre, esposa, hija o
prostituta, que buscan cualquier excusa para seguir disponiendo de nosotras en
casa por supuesto donde hay el trabajo que no quieren hacer, y para alejarnos
del mundo laboral y ahorrarse competidoras.
Así lo dijo no hace mucho el obispo de Valencia, creo que era, cuando desde
el púlpito pretendía arreglar la economía del país: "Las mujeres en casa, a
cuidar de los hijos y de los padres, así habrá más trabajo para los
hombres y el Estado ahorrará en cuidados y servicios a los niños y los
ancianos". Y de algún modo lo defienden todos los que, como el ministro de
justicia, creen que su deber es imponernos su propia idea de lo que es el
aborto y la forma en el que podemos acceder a él. Porque no les parece de recibo
que seamos nosotras mismas las que queramos tener o no tener hijos, han de ser
ellos los que decidan cuando, como y con quien los hemos de tener. Y es que no
se enteran: no es protección lo que necesitamos, sino igualdad de derechos,
porque si lo que quieren es defender que ni nuestro cuerpo ni nuestra mente ni
nuestra capacidad de trabajo ni nuestra inteligencia son iguales a los suyos, no
podrán negar por más que lo deseen que son absolutamente equivalentes.
Así que si no nos dejan decidir a nosotras lo que nos conviene y lo que
queremos, habrá que comenzar a defender lo que creíamos tener por
derecho propio y de por vida. Con la inteligencia y la palabra, con la
convicción y la dignidad, como hacen muchas mujeres, como ha hecho hace un par
de días en el Parlamento la diputada socialista Patricia Hernández frente al
retrógrado y anticuado ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón..
Rosa Regás, Una mujer, mujer, Ellas, 03/04/2012
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