Què passa amb l´esquerra?
Atemperado por el juego entre la socialdemocracia y las
derechas civilizadas –apenas una porción de ellas, no se olvide–, a ese
capitalismo de rostro y modos relativamente amables le ha sucedido al galope, no
obstante, otro de corte desfachatado, salvaje y cínico, que en estos años está
arruinando el acervo de conquistas sociales, arrodillando a la sociedad civil y,
en suma, consumando sin relevante oposición sus pulsiones deshumanizadoras,
nunca abandonadas de hecho.
Para
sorpresa de propios y aun de extraños, no son las derechas quienes están siendo
castigadas por la quiebra que arrostramos, a pesar de la responsabilidad enorme
que cumple achacarles. Son las izquierdas –y ante todo la socialdemocracia–
quienes están pagando los platos rotos, anonadadas y desnortadas hasta el punto
de mostrarse incapaces de proponer políticas alternativas de auténtico alcance y
fuste, e incluso de vindicar los aspectos más valiosos de su legado. Más
archipiélago de islotes –verdes, colorados, rosas o violetas– que continente
ideológico como antaño, la izquierda residual lleva demasiado tiempo
comportándose con ovina inanidad, mucho más dedicada a veleidades éticas y
estéticas que a idear y ejercer políticas de fondo.
Además de grave en términos económicos y sociales, la muda
en curso es espiritualmente ominosa, porque la falta de un horizonte alternativo
angosta las praxis y las conciencias. Urge armar un pensamiento de izquierdas
capaz de desvelar las falacias que la ideología única alienta, y de denunciar
con clara y alta voz que este neocapitalismo sin riendas esquilma a las clases
medias y subalternas en aras de las pudientes.
Que
desregula beneficios y finanzas al tiempo que hiperregula las vidas, cada vez
más precarias. Que convierte al ciudadano en súbdito que se ignora, simple
mónada consumidora, insolidaria y competitiva.
Que
está sustituyendo los viejos totalitarismos policiales por un totalismo
biopolítico de nueva planta, mucho más sutil, suasorio e invasivo.
Que
los gobiernos –también los nuestros– podrían y deberían desenmascarar las
fuentes del presente estado del malestar, en vez de actuar como comités de
gestión que ajustan las tuercas a los más en provecho de los menos.
Sacudido y mutado por la globalización, Occidente precisa
que las plurales izquierdas renueven sus pertrechos ideológicos, políticos y
morales al hilo de los nuevos tiempos, de acuerdo con su herencia
humanista.
No
para desempolvar sus viejos catecismos sin enmienda, ni para acatar la
panideología que hoy cunde, sino a fin de impulsar esa tensión entre lo
existente y lo posible sin la que no hay progreso ni democracia que valgan. Ya
que, como sostenía Ernst Bloch, toda auténtica realidad es precedida por un
sueño.
Lluís Duch i Albert Chillón, La izquierda en su laberinto, La Vanguardia, 01/04/2012
http://www.sinpermiso.info/articulos/
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